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jueves, 29 mayo, 2025
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Columna de opinión

Desde la educación, hacia el sueño de la antofagastinidad

"Al investigar sobre la crisis que vivimos; asoman las probables incompetencias y/o trincheras de tantos líderes de ayer y de hoy que no cumplen como conductores desde la actuación ética y transparente, ni son generadores ejemplares de comunidad, ni tampoco promotores de humanización", Jorge Tapia Guerrero, Premio Nacional de Excelencia Docente

Mis versos de hoy, nuevamente invitan a vosotras y vosotros, a iluminar nuestro horizonte; y abandonar el permanente canto sufriente de sueños, para seguir entonando, respirando, viviendo y soñando, junto al sonido del viento y gaviotas, el canto eterno que: “SIN SUEÑOS, NO HABRÁ CAMBIOS y SIN ESPERANZA, NO HABRÁ SUEÑOS”.

Por ello, aunque en tantas ocasiones, pareciera que lo obvio, es innecesario expresarlo, ello se traduce en olvido; por eso, este Maestro insiste que, si deseamos  que nuestras gentes, junto a la geografía natural y animal, descifren los misterios y las miserias que le rodean  para transformarla en una mejor ciudad, debemos continuar reflexionando sobre educación y sociedad con sello identitario de antofagastinidad y nortinidad, en la certeza de que sólo, desde una mejor educación que otorgue reconocimiento profesional a los y las docentes y la merecida valoración social de todas y todos los profesionales y trabajadores de la educación; sólo así, será posible aspirar a un una Antofagasta que avance en equilibrio, como una gran ciudad educadora, hacia el progreso y bienestar colectivo de todas y todos los hijos e hijas que le habiten y compartan en plenitud de hermandad y justicia social.

Mis palabras de hoy invitan a que transitemos juntos en una cruzada ciudadana de identidad y amor por nuestra Antofagasta de algas y conchas nacaradas, de cerros agrestes y mar azul, de ausencia de lluvias; pero, con gentes y cielos infinitamente luminosos. Por ello, basta ya de tanta gente triste que, semeja a la bíblica Torre de Babel; viviendo, incomprensiblemente incomunicada y en creciente violencia y corrupción; además, con altos índices de enfermedades, desempleo, crisis educacional, habitacional, social, emocional, mental, falta de Identidad y tantos otros flagelos.

La propuesta es mantener viva la esperanza en que todas y todos semejemos estrellas para que nuestra ciudad no habite en lunas sin luz; para que despertemos de la inercia ciudadana que, indiferente, teje raíces en el suelo; para que transformemos el YO en un NOSOTROS de crecimiento colectivo y, así, disminuir las cifras oscuras de descontento y violencia que hoy nos acompañan en nuestras comunidades.

Al investigar sobre la  crisis que vivimos; asoman las probables incompetencias y/o  trincheras de tantos líderes de ayer y de hoy  que, no cumplen como conductores desde la actuación ética y transparente, ni son generadores ejemplares de comunidad, ni tampoco promotores de humanización; porque, tantas veces no logran o no les interesa descifrar las entramadas telarañas de las visiones y motivaciones humanas o que, en ocasiones, no conocen ni interpretan la cultura de sus comunidades y, sumergidos entre los árboles, no ven el bosque que les permita soñar una mejor ciudad para todos y todas.

Más, es necesario asumir nuestra corresponsabilidad; puesto que, no somos  autocríticos de nosotros mismos que, como profesionales, padres, vecinos, ciudadanos y familias, no cumplimos con nuestras responsabilidades; vivimos, en odioso narcisismo, indiferentes y autocomplacientes en silencios e inacción, sin pensamiento autónomo, crítico y democrático para avanzar, ni tampoco contribuimos con nuestros propios esfuerzos, compromisos, trabajos e ideas para construir una sociedad más amable, pacífica, justa y equitativa.

Estimadas y estimados lectores, si queremos posicionar a nuestra Antofagasta como una gran ciudad educadora, debemos entender todas y todos que, desde la sociedad civil y en horizontalidad, debemos trazar una ruta participativa y colectiva en lo laboral, educacional, familiar y ciudadana. Debemos entender y exigir que elaboremos conciencia de participación pragmática de consensos, escuchándonos en respeto y generosidad desde todas las visiones, colores, jerarquías y tendencias. Basta ya de vivir paralizados por los temores a las incertidumbres de presente y futuro, sin asumir que siempre es posible transformar una amenaza en una oportunidad y que también, desde una crisis, podemos descubrir nuevos caminos y una gran posibilidad de transformación positiva de nuestra comunidad.

Por ello, os invito para que,  como el cactus que, en medio de la soledad, sequedad y silencio, florece; así también, encendamos en nuestra Antofagasta la mágica luz de la esperanza y cultivemos nuestro desierto espiritual, avanzando en claridad del pensamiento y sabiduría y; aprenderemos a alejarnos de las emociones perturbadoras del desamor, estrés, soledades y desesperanzas; y, lograremos que  nuestra amada Antofagasta, puerta grande del salar, despierte  y, en bella comunidad, caminemos hacia el Sueño de Gran Ciudad Educadora; porque, desde la Honra, Dignidad y Libertad: ¡Sí queremos, podemos!

Entonces, sin rehuir los caminos pedregosos, mis metáforas invitan a nuestra gente de mar y desierto, de tierra y de agua para que, siguiendo el sonido de los sueños de nuestros niños, jóvenes y Familias; desde la educación, abramos un nuevo surco de Hermandad en que, remando con fuerza todas y todos, nos subamos a la barca de la antofagastinidad, para que henchidos de orgullo, crucemos los océanos en veleros de nortinidad y elevemos a Antofagasta hacia el sitial merecido, como pilar de Progreso y Bienestar de nuestra Comunidad, con una Visión Integral, Liberadora, Sanadora, Espiritual, Humana hacia la merecida FELICIDAD.

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