La crisis sanitaria mundial que hemos enfrentando hace unos años atrás, ha alterado los hábitos y las formas de hacer de todos los actores económicos en general, y esencialmente los del sector minero. Aquello obligó a las instituciones educativas y a las empresas de ese rubro a analizar críticamente sus prácticas digitales. Tras esa situación, la problemática de la formación inicial y/o continua sigue siendo, a justo título, una preocupación central. Así, desde ese periodo, las nuevas tecnologías y formas de enseñanza han cobrado popularidad, creando a su vez nuevas tendencias que se deben tomar en consideración.
La Educación Técnico-Profesional (TP) representa una de las herramientas más poderosas que tenemos para impulsar el desarrollo de nuestros territorios, ofreciendo oportunidades reales a nuestras juventudes y respondiendo a los desafíos productivos y sociales del siglo XXI. En nuestra Región de Antofagasta; donde conviven minería, energía, innovación, una alta tasa demográfica de población joven y talento humano; la educación TP no solo es una alternativa formativa: es una necesidad estratégica.
Antofagasta es, sin duda, la región estratégicamente más importante del país. Recordemos sus ventajas comparativas. Somos líderes en la minería metálica y no metálica, base del desarrollo nacional. Somos la capital mundial del cobre, con algunas de las mayores reservas y niveles de producción del planeta. También jugamos un rol clave en la industria del litio, la transición energética, y el impulso de energías renovables no convencionales, que permitirán cambiar la matriz energética de Chile. Accesoriamente, en nuestra región, se concentran las mayores inversiones astronómicas del mundo, con los cielos más limpios del planeta al servicio de la ciencia. Es decir, la región de Antofagasta es dinámica por naturaleza.
Pero toda estas riquezas materiales y naturales no bastan si no van acompañadas de un robusto desarrollo educacional. Si queremos retener talentos regionales, formar jóvenes con competencias para el siglo XXI, impulsar una mano de obra local calificada, y aumentar la participación de mujeres en la minería y en carreras STEM, debemos necesariamente reforzar la Educación Técnico-Profesional desde el “aula”. Desde sus cimientos.
Hoy, más del 50 % de los estudiantes de 3° y 4° medio en los Servicios Locales de Educación Pública del país elige la modalidad técnico-profesional. Esta cifra no es casual: responde a una demanda por formación práctica, pertinente y conectada con el mundo real del trabajo. Pero también nos impone un deber: asegurar que esa formación sea de calidad, con continuidad educativa y trayectorias laborales significativas. Es decir, que esa formación debe estar en sintonía con el desarrollo del mercado laboral local y de sus necesidades.
Hoy, y cada vez más en el futuro, las habilidades necesarias para la era digital serán cada vez más indispensable. Como lo ha indicado en una entrevista, a este mismo medio, el Gerente del Centro de Entrenamiento Industrial y Minero (CEIM), José Antonio Díaz, la formación en materia de inteligencia artificial (IA) es crucial, eso yendo de la mano con la enseñanza de manejo de datos, de habilidades con herramientas digitales (plataformas digitales), de la implementación de proceso de “alfabetización digital”, de formaciones en materia de programación informática y de realidad virtual. Más allá del miedo que puede difundir la llegada de la IA, debemos también tener consciencia que el surgimiento de nuevas tecnologías conlleva la creación de nuevos tipos de empleos. Por ejemplo, y desde otra arista, se necesitarán cada vez más profesionales capacitados en mantenimiento de máquinas y vehículos equipados con baterías eléctricas. Por ende, debemos estar preparado para aquello para poder adaptarnos de manera óptima.
Desde la Región de Antofagasta, hemos asumido este desafío con decisión. Por ello, hemos impulsado la Mesa de Gobernanza Regional Técnico-Profesional, una instancia inédita y participativa, donde convocamos a todos los actores del ecosistema de la educación técnico-profesional (TP): participan establecimientos educacionales, empresas, gremios, instituciones de educación superior, servicios públicos, municipios, servicios locales de educación pública, ministerios y organismos del Estado. Esta gobernanza tiene como objetivo generar grandes acuerdos que nos permitan avanzar articuladamente y fortalecer esta modalidad educativa con mirada de corto, mediano y largo plazo.
Nuestro diagnóstico regional es claro: debemos avanzar en una redistribución más justa de los recursos que se destinan a los liceos TP, evitando que estos se concentren solo en algunos establecimientos o en la capital regional. La distribución debe ser “armoniosa”, es decir pensada. Por otro lado, es urgente actualizar las especialidades que actualmente se imparten para que así puedan dialogar con las necesidades reales del mercado laboral. Igualmente, es indispensable capacitar y acompañar a las y los docentes técnicos, para garantizar una formación actualizada y de calidad. Junto a ello, se requiere invertir en mejor infraestructura, una que permita a los estudiantes desarrollarse en condiciones similares a las del entorno productivo real, y ordenar la oferta de programas e intervenciones que reciben los establecimientos, de modo que exista coherencia, articulación y se evite la sobrecarga institucional. Una vez más se trata de “harmonizar”.
La Mesa de Gobernanza TP es la hoja de ruta que hemos trazado para asegurar que este proceso tenga continuidad, articulación y permanencia. Lo hacemos en sintonía con la Política Nacional de Formación TP y la Estrategia Nacional 2023–2030, pero también con una fuerte convicción regional: el futuro de Antofagasta no solo se escribe en las faenas mineras, los laboratorios o los parques solares, sino también, y sobre todo, en las aulas de nuestros liceos Técnico-Profesionales. Estamos pensando nuestro presente y futuro. Imperativamente, los principales actores públicos y privados, conjuntamente, debemos actuar articuladamente.
En la Región de Antofagasta, creemos en el poder transformador de la educación. Y sabemos que si queremos construir un desarrollo más justo, equitativo y sustentable, la Educación Técnico-Profesional es el camino. Es quizás el eje central y crucial de un futuro laboral prospero para nuestra región. Una región que, según los datos del sector productivo, se beneficiará del 40% de la cartera de inversiones en minería, que se evalúa a 38.000 millones de dólares para el país, para los 10 próximos años. La oportunidad de fortalecer la educación técnico-profesional hoy se materializa en esta mesa de gobernanza regional TP, un espacio clave para avanzar hacia una formación más pertinente y conectada con los territorios.