Porque los años pasan y se hacen breves los instantes en el pincel del tiempo, en este día rompo el silencio estrellado en alas libertarias. Este día, el Educador Eterno, al dejar las aulas y patios escolares de Escuelas, Liceos y Universidades de nuestra Región, que caminó quijotescamente 60 años sembrando esperanzas, sueños y realidades fecundas, muchas veces saltando los muros por los pedregosos senderos de la Educación extraviada e inmerecida para nuestras Gentes, hoy más que ayer, inmersas en un río furioso de violencia, desencuentro y desesperanza de nuestro tiempo que se teje entre fronteras y trincheras excluyentes y en permanente y febriles procesos eleccionarios con desfile ficticio de propuestas incumplidas; mientras nuestros niños y jóvenes que eternamente pisan sólo hojarascas de piedra y metal, y desesperanzadoramente elevan sus manos hacia las alturas clamando por la Tierra prometida en Educación tan merecida; más, nunca concedida.
Efectivamente, como tantos, he andado y desandado los caminos del sol de la pampa salitrera y de la ciudad, sin rehuir las rutas pedregosas y con mis versos y lecciones de luz universal, fui dibujando, tallando y tatuando almas de niñez y juventud; sin jamás detenerme, a pesar de las inconsecuencias de las políticas de estado, de las administraciones locales y regionales, tantas veces transgresoras. Es que, como tantos Maestras, Maestras y Trabajadores Todos de la Educación, caminé desde la anticipación, entendida en ocasiones como irreverencia y desacato; más siempre, persiguiendo el sonido de los sueños de nuestros amados estudiantes, en muros insostenibles de reformas sobre reformas, leyes sobre leyes, fiscalizaciones sobre fiscalizaciones, exigencias sobre exigencias, sin que se crearan las condiciones fundamentales para EDUCAR desde el ARTE de AMAR, ni entender que la Educación no es sólo odiosa e injusta competitividad de resultados de pruebas estandarizadas que tan sólo miden las carencias de tantos, versus la opulencia de unos pocos.
Por ello, gentes de mi Norte, sólo dejo los patios y las aulas; más, mientras exista y pueda florecer como el cactus de silencios, jamás abandonaré el camino de búsqueda de grandeza humana y felicidad para todos y todas las hijas de esta tierra y este cielo de Nortinidad; jamás, mientras viva, abandonaré la Educación Pública y, junto a la paz de mi Hogar en la belleza impagable de la Familia, hoy inicio un nuevo viaje, esta vez desde la meditación e investigación en un canto esperanzador de EDUCACIÓN SANADORA y de LIBERACIÓN en DIGNIDAD y HUMANIDAD para hacer de esta Antofagasta, Puerta del Sol, como UNA GRAN CIUDAD EDUCADORA.
Hoy, dejo atrás aulas, salones y patios escolares; pero digo GRACIAS, a las comunidades que caminé, a toda la geografía humana y natural de nuestra región, a todos mis amigos-as, compañeros trabajadores-as de la Educación, a todas-os quienes me permitieron crecer desde sus propias vidas, a toda la niñez y juventud del Norte por ser luz de mi andar; por ello, agradecido declaro que siempre escucharé el sonido de cada campana escolar e inicio el nuevo viaje en paz infinita, en la convicción del deber cumplido y, SIEMPRE ALEGRE y AGRADECIDO de Ser, Estar, Vivir, Sentir, Soñar.
GRACIAS INFINITAS a mi Familia tejida por mis Padres y Hermanos; al Amor Eterno de mi Esposa; a la Bondad y Compañía de mi único Adorado Hijo y la joven sabiduría de mi querido y también único Hijnieto, quienes tatuaron mi alma en ladrillo y acero para descifrar los misterios de nuestras existencias y así, hoy, en el umbral de los ochenta.