Con mayor frecuencia y como si fuera un mero trámite, las bandas organizadas en la región de Antofagasta pasaron de los robos a mano armada para sustraer celulares a robar cobre en trenes o camiones. Pasó de ser el casi típico tráfico de cigarrillos en el sector La Negra, a capturar a guardias para obtener millones y millones en oro, mientras están fuertemente armados o protegidos con sus chalecos antibalas.
Esto es como si estuviésemos viendo Breaking Bad o películas que ocurrían en el viejo oeste, pero no. En la región de Antofagasta los crímenes ahora parecen hasta una práctica habitual. Y esto es grave y preocupa aún más cuando esto se toma a la ligera como han sido enfrentado los casos anteriores, con mesas de diálogo, reuniones y cifras, con soluciones a mediano y largo plazo, cuando lo que se necesita urgentemente es para ahora y no en un año más.
El Presidente Boric fue “suave” en decir a los parlamentarios (aludiendo a nosotros los del norte) que “esto no debe ser por presiones y debe ser un interés común, que es avanzar a la solución del conflicto y no seguir polarizando”. Con este índole de declaraciones, no creo que en Santiago le estén tomando el peso de lo que sintieron los cincuenta pasajeros del bus Turbus que fue disparado para detener el tránsito y así robar un camión que transportaba cobre en la ruta que une Antofagasta con Mejillones. Y tampoco el Poder Ejecutivo está entendiendo el terror que se ha difundido a través de la región. Recibí muchos mensajes de Whatsapp en el cual la gente me relata su terrible espanto frente a esta y otras situaciones. Y a justo título.
Cuando estuvimos físicamente en el lugar de los hechos, el asalto era realmente ver una serie de Netflix; es comprobado hoy que los delincuentes tienen incluso hasta cámaras con visión nocturna y cronómetros. Todo lo planificado se ejecutó a vista y paciencia de todo el mundo. Mientras eso ocurría, ese mismo fin de semana, Antofagasta tuvo que contar tres muertes más; un asesinato con puños, golpes y puñadas a un ciudadano extranjero, otra muerte en un campamento y otra muerte en pleno centro en extrañas circunstancias. O sea estamos acá frente a tres ilícitos realizados en las puertas de las casas de los habitantes de la capital de nuestra región.
Al día de hoy, es bueno que el Gobernador Regional se sume a nuestra iniciativa de establecer un Estado de Excepción en las fronteras, carreteras e infraestructura crítica. Necesitamos más que nunca elevar una voz de unidad y entregar paz a los vecinos y vecinas del norte.
Yo hago terreno todas las semanas, no me cabe duda alguna que debe aplicarse el Estado de Excepción. Ahora, si se mira la realidad desde Santiago o si uno la vive lejos de Antofagasta, quizás ahí puede hablar de políticas y teorías que se aplicarán en algunos meses más adelante. Pero la realidad de nuestra zona no deja el lugar a ninguna duda. Que no se equivoquen, porque aquí lo que necesitamos es seguridad, porque si a un familiar suyo le pasara lo que le sucedió a Ángel García de 16 años o a el camionero Byron Castillo, de seguro que el discurso no sería el mismo. Sabemos que esto, es una medida momentánea pero necesaria e imprescindible ante la explosión de la delincuencia. El gobierno debe poner suma urgencia a los proyectos prometidos por la Ministra Siches y nosotros, como autoridades, vamos intensamente fiscalizar aquello.
Necesitamos ser escuchados, y no con largas reuniones y cifras que de nada sirven, es deber y obligación del gobierno considerar al norte, porque no podemos no importarles. En primer lugar, porque deben cada vez tener más claro que no somos ciudadanos de segunda clase. Y también, porque la región de Antofagasta aporta más de la mitad de la producción de la Minería del país, que representa en cuanto a un tercio de la producción mundial. Merecemos seguridad.
