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sábado, 7 diciembre, 2024
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Defensor regional: “El flujo no se detendrá por colocar restricciones, como lo que ocurre en la frontera entre México y Estados Unidos”

Ignacio Barrientos, jefe de la Defensoría Penal Pública (DPP) en Antofagasta, explicó que debemos aprender de nuestra historia, cuando miles de chilenos buscaron refugio en países como Venezuela. “Todas las sociedades buscan chivos expiatorios para los problemas que enfrentan y por eso es muy fácil culpar al otro y no a los de nuestro grupo”, señaló el abogado.

Todavía somos un país que tiene más chilenos que han emigrado que la cantidad de extranjeros que viven en nuestro territorio, advirtió Ignacio Barrientos, jefe de la Defensoría Penal Pública (DPP) en Antofagasta. En el actual contexto de la crisis migratoria en el Norte Grande, con episodios como la violencia registrada en Iquique, el abogado sostuvo que, al mirar nuestra historia, no encontramos la misma reciprocidad en la acogida que sí dieron a nuestros compatriotas en lugares como Venezuela, donde llegaron miles de chilenos que fueron exiliados o que temían por sus vidas.

Se trata de una crisis humanitaria, subrayó Barrientos, en la que Chile aparece como un país que, a pesar de sus dificultades internas, todavía es observado como un sitio donde los extranjeros esperan una mejor vida. “Eso nos pone en un escenario de que no solo Chile, también los países de la región tienen que enfrentar el desplazamiento de personas en Sudamérica y cómo a partir de la cooperación internacional se puede resolver esto”, manifestó el defensor regional.

La temática migrante no es nueva para la DPP en Antofagasta. En julio de este año comenzó un piloto de defensa especializada en esta área en Calama. “El proyecto busca realizar un diagnóstico y evaluación, lo que se suma al equipo que ya existe desde el 2017 en Antofagasta”, dijo Barrientos. Este grupo lo conforma una defensora, una trabajadora social y una asistente administrativa y su funcionamiento está contemplado hasta el 31 de diciembre del 2021, con la expectativa de que continúe el 2022. “Tenemos buenas experiencias con lo realizado en Antofagasta y queremos aprovechar el conocimiento acumulado. Las líneas de defensa especializada de la DPP funcionan sobre la base de grupos que son vulnerables frente a la persecución penal y que por distintas razones requiere una atención pertinente a las particularidades de estos grupos, con atención universal, ya sea para chilenos o extranjeros”, explicó.

El abogado, que tiene amplia experiencia cuestiones migratorias y que ha capacitado a profesionales en varias regiones, habló sobre la crisis que vive el país en esta materia y señaló que el fenómeno no se detendrá por colocar restricciones, “hay que hacerse cargo responsablemente y comprometer a toda la comunidad internacional”.

  • Desde la experiencia trabajando el área migrante en Antofagasta, ¿qué observa en la crisis que enfrenta el país en esta materia?

Cuando personas golpean tu puerta y están en una situación de precariedad, abandono y vulnerabilidad tan grande como la que vemos en Iquique y el terminal de Antofagasta, solo podemos calificar esto como una crisis humanitaria. Esto revela que a pesar de las dificultades que el país enfrenta, ellos siguen viendo a Chile como un lugar donde pueden hacer una vida mejor. Eso nos pone en un escenario de que no solo Chile, también los países de la región tienen que enfrentar el desplazamiento de personas en Sudamérica y cómo a partir de la cooperación internacional se puede resolver esto, porque claramente un solo país no puede manejar de forma adecuada y oportuna todos los problemas que se plantean.

  • La DPP realiza acciones en el rango de sus competencias, lo mismo desarrollan otras instituciones. Pero a nivel general según lo que van recogiendo en el trabajo con los migrantes, ¿qué tan adecuada es la respuesta de todo el aparato estatal a esta crisis?

Puedo hablar de lo que hacemos, no quiero calificar a otros, no me corresponde. La prestación que realiza la Defensoría es universal, para todo el mundo que carezca de abogado, independiente de su nacionalidad. Nos preparamos para estos escenarios y respondemos a la situación de muchos extranjeros que puedan ser imputados de delitos. Dirijo una región donde la población migrante es importante, y a pesar de ello, la participación en la comisión de delitos todavía es muy baja en relación con la población chilena.

  • Ese mito de una alta participación de extranjeros en delitos ha sido desmontado en reiteradas ocasiones por cifras del Ministerio Público, del Poder Judicial y de la DPP. Sin embargo, ¿cree que continúa esa percepción instalada en parte de la comunidad?

Todavía queda esa imagen. De hecho, pudimos escuchar en las manifestaciones antimigrantes que hubo en Iquique que muchas personas gritaban sobre el aumento de la criminalidad asociada a la migración. Hay un claro prejuicio al considerarlo como un agente que introduce un riesgo adicional a la sociedad que los recibe. Es un mito que está muy vivo, pese a que los estudios y los análisis de expertos en la materia, otorgan datos que confrontan esa afirmación.

  • ¿Qué podría explicar el rechazo hacia la migración o la facilidad para ligarla a la delincuencia?

Creo que donde ocurren procesos migratorios importantes, la gente termina viendo al distinto, al que no es nacional, como una amenaza. Todas las sociedades buscan chivos expiatorios para los problemas que enfrentan y por eso es muy fácil culpar al otro y no a los de nuestro grupo, es una tendencia humana. Por otro lado, hay fenómenos que también influyen, como la exacerbación del nacionalismo, de las identidades nacionales, me parece que de alguna forma también impulsan sentimientos de rechazo hacia los extranjeros. Pero esto pasa con determinados extranjeros, desde hace unos 12 años en el continente hay una tendencia de migración de países del hemisferio sur a otros países del mismo hemisferio que son catalogados como más seguros, estables y en mejores condiciones económicas. En este sentido no solo aparece la xenofobia, también lo que Adela Cortina, una profesora valenciana, denomina la aporofobia, que es el repudio a los pobres. Entonces el rechazo no solo es por ser extranjeros, porque no eres de acá, también porque podría suponer una carga a la sociedad que te recibe.

Lamentablemente las sociedades experimentan estos procesos, pero hay que ser responsable con los tratados internacionales que el país ha suscrito, como el de trabajadores migratorios y sus familiares. Los integrantes de este territorio, chilenos o extranjeros, tenemos que ser capaces de responder adecuadamente a los desafíos que nos impone la realidad. El flujo no se detendrá por colocar restricciones, como lo que ocurre en la frontera entre México y Estados Unidos o quienes cruzan el Mediterráneo para llegar a Europa. Del fenómeno migratorio hay que hacerse cargo responsablemente, comprometer a toda la comunidad internacional.

  • ¿Qué le falta a la sociedad para avanzar y dejar atrás este rechazo hacia la migración?

Mencioné la exacerbación cuando suceden estos procesos de llegada de personas desde otros países y ahí tenemos un problema. Tenemos que mirar nuestra historia, todavía somos un país que tiene más chilenos que han emigrado que los extranjeros que están en nuestro su suelo. La historia debería dar cuenta de un sentimiento de reciprocidad y de un aprendizaje de episodios que fueron lamentables para muchas familias. En algún momento de la historia no lejana, Chile fue un país que expulsó a mucha gente, personas que se fueron temiendo por su vida y que fueron recibidos, por ejemplo, en Venezuela, que es un claro caso de acogida. Sin embargo, no se advierte la misma reciprocidad y creo que debemos aprender de esa historia y ser capaces de construir identidades más complejas, no solo vernos como habitantes de un territorio, también se capaces de vernos como sujetos que pertenecemos a un subcontinente en el que compartimos dramas, miserias y muchas bondades. Necesitamos un esfuerzo de respeto, de solidaridad que nos permita construir una sociedad mejor, ya que mantener a personas en irregularidad migratoria socava las expectativas de una sociedad más justa. Y en este esfuerzo hay que comprometer a toda la región como subcontinente.

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