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viernes, 26 abril, 2024
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Descarbonización, una tarea con complejidades

"En el caso chileno, las plantas de generación eléctrica basadas en carbón juegan un rol que no es fácilmente reemplazable, pues son las que otorgan la seguridad de suministro al sistema eléctrico nacional y están presentes las 24 horas del día", Marcos Crutchik Norambuena, Centro de Desarrollo Energético Antofagasta, CDEA-UA

Uno de los efectos del Cambio Climático informado recientemente por la ONU es que la temperatura promedio del planeta subirá inevitablemente en 1.5 º Celsius, lo que obliga a tomar acciones con cierta urgencia.

Una de las ideas que se baraja en Chile es acelerar el plan de descarbonizar la matriz eléctrica, poniendo como fecha limite el año 2025, y no el año 2040, como estaba planificado originalmente.

Pero es bueno saber que acelerar la descarbonización es un proceso que no está exento de riesgos. En el caso chileno, las plantas de generación eléctrica basadas en carbón juegan un rol que no es fácilmente reemplazable, pues son las que otorgan la seguridad de suministro al sistema eléctrico nacional y están presentes las 24 horas del día.

Estas plantas, además, permiten mantener los precios dentro de un rango de valores razonables. Por ende, reemplazarlas por instalaciones fotovoltaicas o eólicas no es un tema trivial, dado que el sol no está presente durante la noche y, además, tanto la energía eólica como la fotovoltaica tienen un comportamiento intermitente que depende de las condiciones del entorno.

En consecuencia, el reemplazo del carbón se tiene que hacer con otra planta de iguales características, lo cual se traduce en el caso de Chile en el uso de plantas a gas, hidroelectricidad, petróleo, y, si se trata de tecnologías no convencionales, plantas termosolares de concentración, o geotermia.

Sin embargo, la escasez hídrica constituye un problema crónico en Chile, no siendo realista pensar en una expansión de la capacidad hidroeléctrica. Tampoco el petróleo es una alternativa viable por su carácter altamente nocivo con el medioambiente, además de su elevado costo (entre 200-250 US$/MWh). Así, las alternativas que quedan son el gas, la termosolar y la geotermia.

En cuanto a estas dos últimas, realizar la exploración, levantar los proyectos de ingeniería, conseguir los permisos y construir las plantas es un proceso largo, probablemente más largo que los 4 años que faltan para el 2025. Entonces, solo queda la opción del gas, el cual se prevé que en el corto plazo aumente su precio debido a los crudos inviernos que se esperan para el hemisferio norte, por lo que si de verdad se piensa descarbonizar la matriz para el 2025, habría que mejorar la capacidad instalada del gas natural en nuestro país.

Si bien es necesario acelerar el programa de descarbonización, quizás fijar la meta para 2025 es demasiado pronto. Probablemente, como lo indica la Asociación Chilena de Energías Renovables Alternativas, ACERA, una fecha más razonable sería 2030, pues ello daría tiempo suficiente para ajustar el sistema eléctrico chileno, tanto de generación como de transmisión, asegurando de esa manera que la descarbonización no se transforme en un problema.

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