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domingo, 13 octubre, 2024
Columna de opinión

Empecemos a lograr que Chile gane

"Es el Senado el que debe dar el ejemplo y el lugar institucional desde dónde se debe tomar la iniciativa y romper una inercia en la que predominan los conflictos. El número reducido de sus integrantes y el mismo equilibrio de fuerzas de oposición y de gobierno que existe en su interior hace que sea imposible el intento de sacar un provecho parcial por parte de un solo sector.Están los que se dejan vencer por las dificultades y aquellos que las enfrentan. Lo que necesita Chile es un Senado proactivo que le dé continuidad a los esfuerzos ya hechos por fortalecer la gobernabilidad de nuestro sistema democrático con renovado vigor": Senador Pedro Araya Guerrero (PPD)

En nuestro país, desde hace años, el candidato que gana todas las elecciones tras elegir un Presidente se llama “descontento”. Las ilusiones y las esperanzas duran más en formarse que en desaparecer.

Una profunda frustración es la nota común que se ha ido instalando en todos los sectores. No son pocos los que han empezado a usar el término decadencia para describir lo que nos está pasando como nación.

En este clima general, propenso al desánimo, lo que debemos hacer desde todo el espectro político y desde todos los sectores sociales es romper esta inercia en que lo que se va expandiendo es el conformismo, como si no pudiéramos cambiar de verdad el curso de los acontecimientos.

Hay una gran falta de capacidad de construir mediante pasos sucesivos y sin detenerse. Se repite siempre un ciclo en que la oposición al gobierno de turno trabaja para que la administración en el poder no consiga implementar su programa. Una y otra vez se ponen todas las ilusiones en reemplazar a los ocupantes de La Moneda, pasar a gobernar y, esta vez sí, sacar al país de un marasmo al que se ha ayudado a ampliar con sus propias acciones.

Desde luego, como se ha trabajado todo el tiempo para que el adversario fracase, lo único que se logra es que sus contrincantes le paguen con el mismo comportamiento que se les acaba de dar, con lo cual la espiral de frustración colectiva no hace otra cosa que crecer en extensión y profundidad.

Cuando los líderes faltan, los técnicos del poder ocupan de mala manera su espacio y lo que predomina es la visión de corto plazo, la política de coyuntura y el debate de trinchera.

Esta inercia está desgastando nuestra democracia de una forma abiertamente peligrosa. Como se ve ratificado hasta en las últimas encuestas, nuestras instituciones siguen desgastando su prestigio.

Como siempre, el mejor momento para enfrentar una crisis es ahora porque cada día mal aprovechado es un día en contra.

Desde hace años, ha quedado pendiente la confluencia transversal en un pacto social que se concentre en conseguir avances verificables en los temas de interés ciudadano, más allá de que entremos en un período electoral. Esto último aumenta las dificultades, pero no quita la necesidad de que empecemos a aplicar remedios, en vez de administrar paliativos.

Tenemos como muestra positiva la de una agenda de despacho rápido en seguridad que consiguió avances el año recién pasado. Lo mismo se tiene que concordar en un número acotado, pero importante de temas, manteniendo la prioridad anterior: previsión, salud, educación y empleo.

En mi concepto, es el Senado el que debe dar el ejemplo y el lugar institucional desde dónde se debe tomar la iniciativa y romper una inercia en la que predominan los conflictos. El número reducido de sus integrantes y el mismo equilibrio de fuerzas de oposición y de gobierno que existe en su interior hace que sea imposible el intento de sacar un provecho parcial por parte de un solo sector.

Están los que se dejan vencer por las dificultades y aquellos que las enfrentan. Lo que necesita Chile es un Senado proactivo que le dé continuidad a los esfuerzos ya hechos por fortalecer la gobernabilidad de nuestro sistema democrático con renovado vigor.

Conozco a mis colegas y sé que no rechazarán una invitación fundada en el patriotismo, sí se convencen de que, desde el gobierno, existe igual altura de miras y apertura al diálogo.

Chile ha rechazado los maximalismos de los dos polos en el proceso constitucional. El camino es el de los acuerdos allí donde las agendas de ambos sectores muestran un mayor acercamiento.

Lo que tiene que desanimarnos no es el incumplimiento al cien por ciento de nuestras expectativas, sino el no alcanzar avances “en la medida de lo posible” como decía Patricio Aylwin, pero sin aceptar nada menos que lo posible. Porque lo único inaceptable es conformarse con anunciar logros que quedan en promesas y no llegan a ser realidad. Tenemos que dejar un mejor Chile del que hemos recibido.

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1 COMENTARIO

  1. Tiene toda la razón, el mismo como el travesti político que es , debería dar un paso al costado y dejar lugar a quien realmente quiera trabajar por la ciudadanía y no por sus propios intereses.

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