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viernes, 19 abril, 2024
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En tiempos extraños: Carpe Diem

"En tiempos, donde la realidad se presenta como incierta e insegura, donde el discurso político se encuentra totalmente divorciado de las preocupaciones ciudadanas, podemos apelar a la literatura y sus construcciones narrativas para mirar el presente", Marcela Mercado, gestora cultural

En tiempos como los actuales, donde el discurso público y el discurso político nos presentan una realidad desorientada, insegura y difícil, es interesante recuperar el contexto de algunas frases que se popularizan y que, si vamos a su fuente, tienen un inicio literario, que puede resultar valioso para observar, bajo ese prisma, nuestra cotidianidad.

Así, podemos pensar en el tópico del “Carpe Diem”, que hallamos la Oda 11, Libro 1 de Horacio, donde encontramos este poema de sólo ocho versos, donde la voz poética masculina dedica a esta mujer, Leucónoe (que algún autor interpreta como “la de mente lúcida”) una sutil insinuación amorosa : No te preguntes (sería un sacrilegio saberlo) qué fin/ nos tienen preparado a ti y a mí los dioses, Leucónoe;/ni consultes las tablas babilónicas./Lo mejor será soportar lo que venga. /Tanto si Júpiter nos ha concedido todavía muchos inviernos/como si éste que ahora azota las rocas porosas del mar Tirreno/es el último de nuestra vida,  sé sabia, disfruta de tus  vinos/ y no tengas una larga esperanza./Mientras estamos hablando se está  escapando envidioso nuestro  tiempo./Aprovecha el presente y confía lo mínimo en el porvenir” , “ donde  “Aprovecha el presente” es el “Carpe Diem”, no traducido literalmente, pero tiene el sentido de “coger” de “atrapar” el “día”.

Convertido en tópico poético, el “Carpe Diem” tuvo una larga tradición en el desarrollo de la poesía. En este sentido, el Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega dice “Coged de vuestra alegre primavera/el dulce fruto, antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre.” ,en la misma idea de que pronto todo va a perecer, se marchitará y la importancia vital de aprehender el presente.

Carpe Diem es un lugar que nos invita a atrapar el día, a no pensar en el futuro. No apunta a la felicidad ni a la alegría, más bien se halla unido al memento mori, otro tópico que nos recuerda que vamos a morir. No tiene características hedonistas, ni se vincula al epicureísmo, sino que tiene el sentido de no mirar el futuro, confiar lo mínimo en el porvenir y agarrar el día con todo lo que tiene, con lo bueno, con lo malo, con las alegrías y las pasiones tristes.

Se ha reproducido, equivocadamente la idea de que Carpe Diem es vivir la vida de modo loco y desenfadado, vinculados a la Alegría y el optimismo. Esta idea se multiplica en escaparates, poleras, artículos promocionales, bares y slogan. La Felicidad, la Alegría y el Optimismo son considerados valores o estados del alma que son usados en discursos con fines productivos, al menos en ciertas zonas, tomando como ejemplo el preámbulo de la Constitución de Estados Unidos, donde la búsqueda de la felicidad es uno de los valores.

Existen unos versos de Píndaro que reafirman la vocación trascendente que nos regala la literatura, “No aspires, Alma mía a la inmortalidad/ pero agota el espacio de lo posible”. En síntesis lo que viene a decir es que aceptemos lo que venga y como la vida es breve, disfrutemos ahora lo que podemos.

En tiempos, donde la realidad se presenta como incierta e insegura, donde el discurso político se encuentra totalmente divorciado de las preocupaciones ciudadanas, podemos apelar a la literatura y sus construcciones narrativas para mirar el presente, tomarlo tal como es y generar pasiones alegres, por ejemplo en la solidaridad y compañía a otros, que no se encuentran en buena situación.

Alegría es distinto de atrapar el día sin pensar en el mañana. Felicidad puede ser cualquier Balneario de nuestra costa, tomando el sol en la playa: seamos alegres y felices, pero vivamos intensamente en el presente y no estemos tan pendientes de otras coordenadas temporales acerca de las que no podemos prever que va a suceder. Carpe Diem.

 

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