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martes, 16 abril, 2024
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La cancelación de Berríos

"Afortunadamente para Antofagasta y el país, Berríos seguirá en La Chimba haciendo lo que ha desarrollado por casi una década: dotar de dignidad a las personas más desposeídas (...) El resto, lamentablemente, a pesar de jamás haber movido un dedo allí, seguirá pontificando de lo humano y lo divino, desde un moderno y costoso aparato telefónico, a través de Twitter", Víctor Toloza Jiménez, Comunicaciones UCN

El currículo del sacerdote jesuita Felipe Berríos dice bastante respecto a las cualidades que ha cultivado en su peregrinar, pero no muestra todo lo que él ha desarrollado y lo que significa como el ser humano que busca ser.

Es verdad, el lenguaje nunca logra atrapar toda la realidad, incluso termina degradándola al interpretar. El peor ejemplo de lo anterior es Twitter y en general, todas las redes sociales, donde todo se reduce a un simplismo tontorrón y donde tan a gusto parecen sentirse las nuevas generaciones.

Es cierto, han traído aspectos positivos como la instantaneidad y la posibilidad de dar voz a quienes nunca la tuvieron, pero también ha acarreado la emergencia de una jauría de comisarios de lo correcto que se han impuesto por sobre la Justicia y por sobre el bien y el mal, para decirle a todos qué es lo correcto o incluso qué puede debatirse.

Porque hay cuestiones que nadie puede cuestionar si ya fueron definidas como verdad sagrada, igual que en los peores años de la Edad Media o en los regímenes dictatoriales, sean fascistas o del proletariado. Es la ya comentada cultura de la cancelación.

En este caso se acusa a Felipe Berríos de esconder los actos de abuso ejecutados por miembros ignacianos, sin que exista prueba alguna de aquello, más que el mero “sentir” o “creer que”, frases y sensibilidades que se han hecho tan comunes en esta sociedad mediatizada, moderna y fácilmente ofendible.

Así las cosas, de ofrecerle un cargo para abordar el asunto de los campamentos en Chile -materia en la que el sacerdote es una voz indudablemente experta- se pasó a desconocer ese acercamiento, para entonces disfrazarlo como una asesoría.

Twitter y sus comisarios son poderosos, cada vez más, pero al punto de adentrarnos en un terreno que no vale la pena habitar, porque solo unos pocos elegidos definen quién es digno de esto o aquello, sobre la base de esa autoproclamada superioridad moral.

Parece tratarse de algo tan propio de un segmento acomodado, que mira la existencia en blanco y negro, que desprecia lo que no le gusta, que habla de empatía y respeto por el otro, pero no acepta la divergencia, que funa y condena, que no sabe conversar.

Claro, es lo que observa como práctica habitual de relacionamiento en la Convención Constitucional, el Congreso, el Gobierno de turno y en cualquier momento cotidiano.

Afortunadamente para Antofagasta y el país, Berríos seguirá en La Chimba haciendo lo que ha desarrollado por casi una década: dotar de dignidad a las personas más desposeídas, educándolas en su centro de formación, apoyando a los menores en la biblioteca, es decir, abriendo posibilidades y dándoles esperanza a quienes no la tienen.

El resto, lamentablemente, a pesar de jamás haber movido un dedo allí, seguirá pontificando de lo humano y lo divino, desde un moderno y costoso aparato telefónico, a través de Twitter.

 

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1 COMENTARIO

  1. Sí, que siga apoyando a sus colombianos, venezolanos regalones y preferidos…nosotros los chilenos cesantes seguiremos buscando apoyo por otro lado….

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