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jueves, 18 abril, 2024
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La educación de justicia social para los aprendizajes de todas y todos

"(En nuestras escuelas) unos pocos, cada día aprenden más y, a la inversa, otros muchos cada día aprenden menos; es decir, más para unos y menos para otros", Jorge Tapia, Premio Nacional de Excelencia Docente

La vida como la educación es el proceso soñador de constante de búsqueda para decidir lo que hemos de hacer para alcanzar la nueva educación de justicia social, sin cabida a la discriminación ni a la desigualdad; por ello, nuestra existencia debe ser, en realidad, una serie de esfuerzos de presente y futuro, para encontrar lo que anhelamos para el Ser y Hacer, desde la responsabilidad ética y social, siempre para la Otredad; es decir, para los otros, niños, jóvenes, profesores, familias y la sociedad toda y, aunque, en ocasiones,  el esfuerzo es doloroso y nos lleva a caminos impensadamente ocultos, difíciles y apartados; más la vitalidad humana del Maestro debe ser tan exuberante que, no debe rehuir jamás las huellas escabrosas, para continuar su camino, siempre  intentando encontrar la luz que guíe la ruta, hasta descubrir el surco de la tierra prometida de la educación justa y digna; para que nuestros estudiantes aprendan y transiten hacia un Mundo Feliz”.

Y aunque, en nuestras breves y fugaces existencias, en ocasiones no queremos ver, ni oír el gigantesco espectáculo de vidas humanas que vagan perdidas en el laberinto de la ceguera educadora y social; sin palpitar en el dolor, ni girar hacia lo supuestamente marginal; ello, producto de la pérdida del sentido colectivo o como dice José Ortega y Gasset, el filósofo y ensayista español: “No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa”. Pareciera entonces que vivimos el cada día en un silencio cómplice ante el mundo y sus barrios, en que nuestras gentes habitan y sueñan; pero, viven separados por un millón de fronteras en desigualdad y discriminación.

Lamentablemente en el diario vivir estos conceptos de discriminación y desigualdad habitan permanentemente en nuestras Escuelas en una realidad que indica que “unos pocos, cada día aprenden más y, a la inversa, otros muchos cada día aprenden menos; es decir, más para unos y menos para otros; como la profecía auto-cumplida: “Los pobres serán cada día más pobres; porque no están en el poder” y, lapidariamente agregan “Y, al poder jamás llegarán los pobres”.

Probablemente, como educadores y ciudadanos con responsabilidad ética y social, no podremos cambiar esa cruel realidad; pero, si sabemos que el amor es la actividad suprema para salir desde nosotros mismos hacia el bien hacia otras personas, para intentar disminuir las inequidades sociales y educativas en el acto de aprender; puesto que éstas, condicionan definitivamente los contextos del aprendizaje. Para ello, es necesario romper el molde y no aceptar que la inercia nos envuelva normalizando la precariedad y el sufrimiento de tantos; es decir, necesitamos construir caminos nuevos, necesitamos escuchar otras voces, porque “La no escucha, enronquece las voces, ciega las miradas y silencia las conciencias”; necesitamos, desde la Pedagogía, buscar el origen desde un orden distinto, rompiendo las hegemonías  y, así, entonces hacer de “Antofagasta una ciudad educadora», en tránsito hacia la justicia social de los aprendizajes.

Por ello, hoy, en el tesauro de mi lenguaje comprometido, desde esta ventana, miro a tantas esquinas olvidadas, busco nuevas perspectivas para repensar sobre nuevos modelos de gestión y administración educacional, desde una construcción colectiva; ya que, innegablemente estamos en deuda con nuestras gentes y vivimos en la oscuridad, alejados a la luz de los hechos históricos recientes, en que nuestro país se reconfigura para re-construir un nuevo espacio social de carácter transformativo en justicia social.

Maestras y maestros, necesitamos reflexionar y reconfigurar nuestro hacer pedagógico; porque, si queremos avanzar hacia la transformación, debemos encaminarnos hacia una formación que ilumine nuestras perspectivas de compromiso y expectativas con nuestros estudiantes y familias: ¡Abriendo las alas de las ventanas de la pedagogía crítica de la esperanza, de la inclusión y de la justicia social, “con Aprendizajes para Todas y Todos”!

 

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