En los últimos meses abundan en las redes sociales y medios locales funas y denuncias ciudadanas por el uso que dan algunos conductores al espacio público como estacionamiento. Un ejemplo de esto es la cuenta de Instagram @mestacionocomoidiota donde la comunidad espontáneamente denuncia a los conductores mal estacionados. En esta cuenta se ven escenas insólitas como numerosos vehículos estacionados en veredas, pasos de cebra, en ciclovías, y casi en cualquier lugar. Estos hechos hacen que las personas tengan que arriesgar su integridad para algo tan cotidiano como caminar por la ciudad cruzar por un paso peatonal.  A continuación, presento algunas posibles causas a este problema:

Primero, el mercado automotor chileno durante los últimos dos años se encuentra en cifras históricas. Sumado a esto, encontramos la flexibilización para obtener una licencia de conducir. Este es un problema a nivel nacional, más autos en las mismas calles es igual a congestión, falta de estacionamientos disponibles, problemas de circulación y accidentes. Por ejemplo, entre marzo y mayo del presente año, más de 54 postes fueron chocados en Antofagasta, afectando el suministro eléctrico de la población.

Segundo, una de las razones de por qué el parque vehicular crece de forma tan desproporcionada, es debido a las personas buscan evitar el uso del transporte público. Esto puede ser explicado en parte por los miedos naturales de contagio de COVID-19, considerando que la pandemia aún no acaba. Pero, también se debe reconocer que el sistema de transporte público de la ciudad no destaca por características positivas. Al revisar la prensa, encontramos noticias recientes de conductores sin licencia profesional, accidentes, imprudencias, entre otros. Estos hechos se coronan con el accidente de la línea 110 en la cancha de futbol, donde TransAntofagasta reconoció que el chofer había prestado servicios el mismo día.

Tercero, se debe destacar la ausencia de medios alternativos de transporte. La ciudad no cuenta con suficientes kilómetros de ciclovías, y los tramos disponibles, en muchos casos no se encuentran en condiciones adecuadas para la circulación. Según un estudio de la Corporación Ciudades, Antofagasta ofrece 7,1 kilómetros por cada 100.000 habitantes, donde el promedio nacional es 9,6, y ciudades en el top del ranking como Talca y Rancagua ofrecen 29,2 y 25,1 respectivamente. Además, el mismo estudio muestra que Antofagasta en una de las ciudades con menor oferta de ciclovías proyectada para los próximos años. Podemos sumar a esto la propuesta que aparece cada cierta cantidad de años sobre un tranvía o un metro para la ciudad. Ningún esfuerzo serio por el momento.

En conclusión, nos enfrentamos a un problema complejo y multidimensional. Estamos a contracorriente, en el mundo desarrollado se busca regular el uso de los vehículos particulares, y en Antofagasta vemos la anarquía. Construir más carriles en las calles no es viable, hacerlo generaría una demanda inducida que puede agravar el problema. Además, nuestra geografía tampoco ayuda. En un estudio sobre el parque vehicular nacional, Maturana y otros indican que Antofagasta al estar ubicada en el borde costero, su tejido urbano es más acotado, por lo que la expansión de la ciudad resulta más dificultosa. Por esto, se hace necesario poner a disposición de los ciudadanos una oferta de medios de transportes alternativos como una ciclovía en condiciones. Urge una reforma al sistema de transporte público de la ciudad que esté a la altura de las necesidades de los ciudadanos. Este sistema debe contar con choferes capacitados, con máquinas en condiciones, y marcos regulatorios más fuertes.

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