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viernes, 4 octubre, 2024
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Letras, mar y vino: anécdotas de Andrés Sabella a 110 años de su natalicio

El poeta gustaba de regadas tertulias y era un nostálgico del océano. Destacó además por ser un eximio pedagogo y expresó su deseo de que, en sus exequias, su cuerpo fuese amortajado y lanzado al mar.

En una noche de octubre de 1987, el poeta Andrés Sabella Gálvez asistía a un concurrido restaurante de calle Latorre con un grupo de exalumnos a quienes hizo clases en la Universidad del Norte (actualmente Universidad Católica del Norte) a compartir una cena. 

El escritor estaba exultante. Antofagasta era una de las sedes donde se jugaba el Mundial de Fútbol sub-20, por lo cual la llegada de distintos periodistas a la ciudad propició acordar la tertulia para que exalumnos y profesor remembrasen tiempos universitarios. 

“Se pasó muy bien, se comió y se bebió. Pero ya casi al final del encuentro don Andrés, muy feliz por ver a sus antiguos alumnos y ya algo acalorado por debates de índole político, se paró de la mesa levantó el puño y comenzó a cantar a viva voz la internacional comunista, dejando a todos los presentes atónitos, pues eran tiempos convulsos y aún estábamos en dictadura”, recuerda su exalumno y amigo, Rubén Gómez.

Este martes 13 de diciembre se conmemorarán 110 años del natalicio de Sabella, el escritor que en vida también descolló en diversas áreas como el dibujo y la pedagogía, y que no solo dejó su legado artístico, sino también una retahíla de anécdotas que dan visos de su versátil personalidad.

Amor al mar y al tinto

Sabella siempre tuvo una conexión intensa con el mar. Basta ir al museo en su memoria al interior de la Casa de la Cultura de calle Latorre para ver que entre sus pertenencias proliferan barcos a escala, anclas, trajes de pirata (solía disfrazarse) y múltiples cuadros con motivos marinos. Además, fue fundador y miembro activo de la cofradía Hermandad de la Costa, la cual le brindó una cena de camaradería cuando cumplió 76 años en 1988, paradójicamente, su último cumpleaños pues fallecería en agosto del año siguiente.

Pero la pasión por el mar incluso iba más allá de los temas de sobremesa, pues Sabella manifestó en varias ocasiones a los miembros de esta cofradía su más profundo deseo que, una vez muerto, su cuerpo fuese amortajado, atado a una “bala de cañón” y lanzado a las profundidades del océano. La petición fue analizada jurídicamente por sus amigos de la hermandad, pero la ley no dio espacio a los deseos del frustrado marino.

Quien forjó una amistad con él desde 1961 hasta su fallecimiento fue el profesor normalista Jaime Alvarado, quien recuerda haber asistido junto a Sabella a una de estas reuniones de la Hermandad de la Costa, la cual en ese entonces se realizaba en un pomposo restaurante ubicado en el muelle Miraflores. “Yo y don Andrés salimos de esa reunión a eso de las 2AM muy ‘entonados’. Nos fuimos caminando y cantando tangos por la plaza Colón y de ahí enfilamos por Matta, para ir a dejarlo en su casa en calle Uribe. Pero antes de llegar, nos paró una pareja de carabineros. Estuvimos a punto de irnos a un calabozo de no ser porque don Andrés iba cantando un tango que era del gusto de unos carabineros”, recuerda Alvarado.

Por último, dice que en la mesa del poeta era imprescindible el vino, cepa Cabernet sauvignon de preferencia, y los pescados y mariscos, los cuales compraba a diario a sus vecinos de la pescadería Zazzali.

Militancia e intervenciones

En 1937, un joven Sabella de 25 años ingresó a militar en las filas del Partido Comunista. Según cuenta su amigo y exalumno, Rubén Gómez, “era muy interesado en lo político y social, por ejemplo cuando Sabella tenía 17 o 18 años se metió en problemas al publicar una revista pequeña llamada Carcaj, que eran compilados de poesías de múltiples autores internacionales, muy cargados a los intereses de los obreros salitreros en esa época. En ese entonces hizo la gestión, consiguió una avioneta y esparció muchos de estos poemas desde los cielos antofagastinos”.

La labor del escritor también alcanzó la pedagogía, pues hizo clases en la Escuela Normal mixta, Liceo de Hombres, y fue fundador de la Escuela de Periodismo de la entonces Universidad del Norte, y además fue profesor del Liceo de Niñas. Entre las jóvenes que fueron sus alumnas se encuentra María Canihuante Vergara, quien es la actual curadora del Patrimonio de Andrés Sabella.

“¿Cómo definir a Andrés Sabella? En tan poco espacio, es imposible. Es un personaje demasiado amplio, multifacético, integral: un humanista, poeta, escritor, periodista, un hombre de ideas, ensayista, prologuista, dibujante, ilustrador, acuarelista. Charlista de fuste, pero, sobre todo, un ser humano excepcional”, cuenta su antigua alumna.

Actividades del natalicio

Debido a la efeméride de su centésimo décimo natalicio, se efectuará la tradicional romería en el mausoleo donde yacen los restos del escritor, al interior del Cementerio Municipal de Antofagasta.

Al respecto, María Canihuante Vergara explica que “el cumplirse los 110 años del nacimiento de nuestro poeta, realizaremos una romería nocturna al mausoleo Sabella el martes 13 del presente, a las 20 horas. Participan representantes de La Hermandad de la Costa, Centro de ex alumnas del Liceo Marta Narea, Corporación Cultural Andrés Sabella, Los Viejos Estandartes, Junta de Vecinos Augusto D´Halmar, Círculo de Artes Manuel Durán Díaz, y Compañía Teatral La Favorecedora”.

El acto es organizado por la Corporación Cultural Linterna de Papel de Andrés Sabella y la Corporación Cultural La Toma, esperando además la concurrencia de quienes deseen participar de estas actividades para recordar a un ilustre antofagastino.

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