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Antofagasta
viernes, 26 julio, 2024
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Columna de opinión

Reflexión para el encuentro: ¡Sin violencia!

Esta mañana, mientras avanzan los primeros días de Otoño, en lento deshojar del tiempo, como Eterno Educador Social de la Pedagogía del Amor y la Espiritualidad, observo a nuestra ciudad, perdiendo su sol, entre el manto oscuro y remolinos de arena,  tan sólo habitada en ropajes de Violencia y Desesperanza; por ello, una vez más, me sumerjo en la diaria Reflexión y, desde el imaginario de mi Mirador Nerudiano, habitante de mi tierra morena desnuda de verdores que, entre mar y desierto, se viste  en brillantes tonos oceánicos y siempre acompañado del vuelo amigo de gaviotas; procuro descubrir los más vastos, misteriosos y complejos secretos de la Naturaleza Humana y, en plenitud de utopías, mantengo vivo el vuelo de las alas de la ilusión y mis pensamientos que, en la dulzura de todas las mieles, cree que, así como el suave viento borra las nubes espesas de oscuridad y nos regala claridad; así también SUEÑO que nuestra Antofagastinidad volverá a la luz, entonando  entre estrellas y soles, un bello Canto de armonía universal, en notas de paz, pan, poesía y hermandad, para liberarnos y reencontrarnos en el camino de nuestra verdadera Nortinidad.

Como Educador y Persona, tatuada mi piel con las letras de oro del Pescador, del Minero y de todo habitante del Ancla, invito a que no perdamos la Fe en tiempo nuevo y que, aún en el triste torbellino que hoy nos envuelve como sociedad, debemos intentar “Ser luz para descubrir, cada día, el arco iris en cada uno de nosotros y con ecuanimidad, derribar las murallas existentes y sumergirnos en la profundidad de nuestra mente y corazón y aún desde nuestra propia pequeñez e imperfección humana, descubramos la claridad”.

Sea ésta una invitación para, desde la Educación de la Esperanza y la Pedagogía del Amor, los Trabajadores de la Educación, los Estudiantes, las Familias, la Sociedad Toda, los Gobernantes y todos los Legisladores, Empresarios y Líderes de toda naturaleza humana, UNIRNOS, VIVIR en COMUNIDAD para responder a los desafíos de la vida y avanzar, desde la oscuridad a la luz, desde la violencia al amor; puesto que, sólo así podremos atravesar los tiempos difíciles, desde nuestra propia reflexión y exploración interior, nunca como una receta mágica, ni jamás pretender el derecho a saberlo todo; sino a crecer con todas y todos en que, nadie sobre sin destino y cada cual tiene el más legítimo derecho a vivir en oportunidades de Educación, Salud y Bienestar en Justicia y Dignidad.

Pero, esta búsqueda de todas y todos, requiere darnos y regalarnos nuestro propio tiempo para ingresar a nuestro mundo interior para descubrir y admitir que somos seres sociales y sociables; como nos lo enseñó el virus en la imposibilidad de la interacción humana; entender, definitivamente que, todas y todos necesitamos interactuar, que somos dependientes los unos de los otros, que cada uno de nosotros necesita el apoyo y cariño de los otros para construir COMUNIDAD.

Es que, es necesario que entendamos que, la búsqueda de la FELICIDAD y la PAZ, no sólo en Día de Reflexión, sino que, hoy y siempre, en virtuoso propósito de Humildad en Comunidad, podremos alcanzar el mar sereno en medio de las olas turbulentas, para liberarnos y avanzar hacia la transformación del sufrimiento y la adversidad imperante en una nueva oportunidad para despertar; pero ello, repito, requiere borrar nuestras propias nubes y tormentas, transformándolas en claridad; porque ello. “Sí es posible al eliminar las energías del odio, de la ira, de la hostilidad, de la pasión, de la apatía, del orgullo, de la ostentación y el ego narcisista que tantas veces nos nubla y no nos permite entender que sólo desde la compasión, la humildad y la generosidad, nos liberaremos de nuestras propias oscuridades que luego nublan a toda la sociedad”.

Debemos entender, hoy y siempre que, todos y todas vivimos sobre la misma tierra y bajo el mismo cielo, que todos nos necesitamos, que somos parte de un proyecto común de vida y así, solo así, legaremos a nuestro hijos e hijas, hermanos y a todo prójimo, como ser humano, renovados y luminosos amaneceres, atardeceres y anocheceres brillantes. En definitiva, entonces: “Debemos asumir, en plenitud de humildades, que juntos creceremos y que nos invadirá la quietud transformadora de conciencia y libertad suprema de sabiduría compasiva, generosa y ecuánime de nuestra olvidada naturaleza humana y así avanzaremos como comunidad de progreso y bienestar.”

SEA ENTONCES ÉSTA, UNA INVITACIÓN EDUCADORA Y CIUDADANA A ENCONTRARNOS CON NOSOTROS MISMOS Y CON TODAS Y TODOS LOS OTROS, PARA ABRAZARNOS EN UNIDAD, BELLA HERMANDAD Y UNIVERSAL FELICIDAD:

¡SIN VIOLENCIA, NUNCA MÁS!

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