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miércoles, 24 abril, 2024
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Tiros al aire

"Al ver la lista de los candidatos para la próxima legislativas, a nivel nacional como a nivel regional, uno puede legítimamente tener ganas, y sin duda le pasó a varios, de caer en depresión y pintar todo de negro", Cristian Zamorano, Doctor en Ciencias Políticas

En la vida, no todo es política. A veces, afortunadamente, hay espacios para el arte, y por ende, para la música. Y para todo melomano y/o amante del rock, esta semana trajo una triste noticia. El baterista de The Rolling Stones, Charlie Watts, murió a los 80 años en un hospital de Londres. Esta funeste información llega semanas después de que Watts se retirara de la última gira, No Filter, de la banda. El músico era miembro del mítico grupo de rock desde 1963.

Si en los Rolling Stones, las figuras centrales son el cantante Mick Jagger y el guitarrista Keith Richards, el “juego” de Charlie Watts en la batería -como la de Ringo Starr en los Beatles- es inextricable del sonido del grupo. Y su aporte fue fundamental en una canción clave de los años 60, un tema que encarnó el malestar de toda una juventud. O quizás más bien que encarna el que suele padecer, a un momento dado, toda juventud, cual sea la época que se viva.

El tema “Paint It Black”— “Píntalo de negro” — fue compuesta por Mick Jagger y Keith Richards. En su génesis, el ritmo de la canción era mucho más lento, como el de un tema de soul convencional. Eric Easton, el co-manager de la banda, y Charlie Watts justamente, el baterista, se unieron e improvisaron un ritmo nuevo, a través la batería, intentando inspirarse en la música de Medio Oriente. Este novedoso sonido logrado fue el que conocemos hoy en día, haciendo esa canción tan especial, única y reconocible entre miles, desde sus primeras notas.

Muchas veces, por diversas razones; entre otras por su utilización en diversas películas, teleseries, juegos electrónicos; este tema fue relacionado con la Guerra de Vietnam. En realidad, este  título de los Stones cuenta la historia de una depresión post romance. A lo largo de la canción, Jagger se refiere al aura y los estados de ánimos profundamente oscuros del protagonista. La canción describe diferentes escenas vistas a través los ojos de una persona claramente en estado de depresión y que se encuentra en un funeral. La idea de la contaminación mental es obvia: él quiere pintar todo de negro para adaptar el mundo a su estado anímico. En varias oportunidades, se ha indicado que Jagger se inspiró del libro, de 1922, del novelista irlandés James Joyce y su obra magistral Ulises, tomando el extracto, «I have to turn my head until my darkness goes» — “Tengo que girar la cabeza hasta que mi oscuridad se vaya»— refiriéndose al tema de la novela, la de una visión mundial de desesperación y desolación.

La propio de una obra de calidad es que no tiene temporalidad, no dispone de una fecha de vencimiento. Porque podríamos tomar la temática principal de la canción y adaptarla a nuestra realidad. Ahora, no sé si Chile, políticamente hablando, es aún un país joven, a pesar de tener claros atavismos de país conservador. Saber si esos dos términos no serían en el fondo antinómicos daría lugar a una columna más filosófica que musical. El asunto es que, al imagen del protagonista de la canción mencionada anteriormente, a ver la lista de los candidatos para la próxima legislativas, a nivel nacional como a nivel regional, uno puede legítimamente tener ganas, y sin duda le pasó a varios, de caer en depresión y pintar todo de negro. Agréguenle a eso el derrumbe, la implosión, de la Lista del Pueblo, la que iba a traer; sin apoyarse sobre ninguna orgánica claramente definida ya que eso pertenecía a la “vieja política”; una supuesta nueva moralidad al actuar político, y tienen para pintar de negro varias paredes, casas, mansiones, villas y otros condominios.

La dinámica que nació en torno al estallido social, que varios aún quieren minimizar sus efectos y significado, les hizo olvidar a muchos algo de básico y fundamental. Lo que podía suceder posteriormente a tal evento no era un cambio de sociedad, sino más bien unos cambios dentro de la misma sociedad. Potenciales modificaciones drásticas dentro de una misma sociedad donde unos supuestos progresistas de centro izquierda privatizaron la educación; primaria, secundaria como universitaria; esa misma sociedad donde el “referente”, durante décadas, del partido de la derecha dura conservadora, que aún da su opinión y que escuchan, Pablo Longueira, disponía de una pequeña maquinaria, de a lo menos 30 personas, financiada por boletas ideológicamente falsas. Una sociedad que tiene como presidente una persona con antecedentes claramente discutibles. Donde el precio de la carne sube ad portas de las fiestas patrias, en pleno festejo de nuestra tan reivindicada chilenidad, y el precio de los pescados y mariscos igualmente cuando se avecina la Semana Santa, en ese mismo país que se reivindica apostólico romano.

Todos suelen hablar de la idiosincrasia como si uno mismo no fuese parte de esa misma. Como dice un dicho francés, “los perros no hacen gatos”. Y ahí radica la dificultad. La “sinvergüenzura” es patrimonio nacional. Y eso debe imperativamente solucionarse. ¿Cómo cambiar el rumbo de un barco contando con los mismos miembros de equipaje que acaban de conocer una situación de colapso? Además, considere que toda solución se quiere a la brevedad. La respuesta a la deflagración de un  sistema de más de tres décadas cuyas bases fueron instalada durante 17 años por una dictadura… y cuando aún no se tiene claro cómo esto se va reformar, o para algunos, refundar. Y es en este contexto que se discute y se inicia una campaña del terror para que se evite un cuarto retiro, y  se presentan, porque las elecciones no paran, los nombres de los candidatos a las legislativas. ¿Qué color correspondería a esta cotidianidad? ¿Verde, amarillo y rojo?

Si se ha iniciado la columna con el fallecimiento del baterista de una banda importantísima de la historia de la música; es en primer lugar porque es una manera de rendirle homenaje, y les pido disculpas porque no pude evitarlo; y en segundo es porque  de algún modo esa muerte, como cualquiera otra en su medida, marca el tiempo qué pasa. Y progresivamente los personajes claves de una y/o varias generaciones desaparecen. Diego Armando Maradona el año pasado, un referente de los Stones este año. Aún recuerdo dónde y cuándo escuché por  la primera vez el álbum Sticky Fingers. Al igual que recuerdo cuando descubrí el álbum Abbey Road, que le había regalado un amigo, en cd, a mi padre para uno de sus cumpleaños. En los dos casos, experimente la misma impresión de escuchar algo de totalmente logrado, de principio al final. La diferencia que me marcó con los Stones, fue esa tonalidad propia de una insolencia pueril voluntaria, pero nunca simplista, que se desprende de todas sus obras, al igual que ese “olor” a noche. El tema “Paint it black” era igualmente la banda sonora de una serie que mirábamos en familia, cuya trama estaba contextualizada durante la Guerra del Vietnam; “Misión del deber” era su título en español. Tres palabras y concepto que años después parecen significar muy poca cosa. Quizás menos por unas generaciones que por otras. Y no obligatoriamente las que uno podría intuitivamente pensar.

 

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