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sábado, 20 abril, 2024
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Cuando me acuerdo de mi país

"Se hace urgente establecer y cerrar acuerdos internacionales que permitan hacer efectivas reglamentaciones comunes, o al menos coherentes, teniendo en cuenta, precisamente, el respeto a la dignidad y los derechos de las personas, y por otra lado la situaciones respectivas de cada país receptor. Desde esa óptica, Chile está, objetivamente, en mejores condiciones que el resto y debería por ende asumir más", Cristian Zamorano, doctor en Ciencias Políticas

Lo que sucedió en Iquique, el sábado 25 de septiembre 2021, es extremadamente grave y preocupante. La quema de carpas, ropas y otros enceres de migrantes que habían abandonado una plaza de la ciudad por miedo o debido al desalojo por parte de carabineros el día anterior, lugares que ocupaban desde hace meses ya, nos lleva a recordar hechos anteriores cercanos y lejanos, e inclusive algunos muy oscuros, lo que explica en gran parte el tenor de las ofuscaciones manifestadas en numerosas plataformas.

En efecto, comportarse de esa manera con “extranjeros” o con considerados como tal puede recordar la funesta “Noche de Cristal”. La “Kristallnacht”, en alemán, es el nombre que se le otorgó a los violentos pogromos anti-judíos que tuvieron lugar el 9 y 10 de noviembre de 1938 en Alemania, Austria anexionada y la región de los Sudestes (zonas de la Checoslovaquia de entonces). Se le denominó la “noche de cristal” debido a los fragmentos de vidrios que cubrieron las calles después del pogromo, producto de las ventanas rotas de sinagogas, casas judías y negocios saqueados y destruidos durante estos hechos. La violencia fue provocada principalmente por funcionarios del Partido Nazi, miembros de las SA (Sturmabteilungen, secciones de asalto) y de las Juventudes Hitlerianas. Las autoridades alemanas, de esa época, describieron la “Noche de Cristal” como una explosión de ira espontánea y popular en reacción al asesinato de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París, que había sido asesinado dos días antes, el 7 de noviembre de 1938, por Herschel Grynszpan, un judío polaco de 17 años.

La comparación podría ser calificada de exagerada y extemporánea, pero quisiera subrayar y discutir en torno al supuesto carácter espontáneo e imprevisible de lo sucedido, desde dos aristas esencialmente.

En primer lugar, el carácter organizado y violento de la marcha, con consignas nacionalistas, chovinistas y patrioteras, debe interrogarnos a todos los chilenos. Si observamos las imágenes de estos repudiables hechos, podemos constatar que las banderas que portaban los asistentes a esta marcha, en su gran mayoría, tienen la misma factura, y utilizan un soporte idéntico. Aparentemente, todos los manifestantes las compraron en el mismo lugar, con anterioridad… o alguien se las distribuyó. Por lo demás, las arenga de corte racistas, no parecían improvisadas. Y como siempre sucede en este tipo de maniobras, como la SA lo realizó en la referencia aludida anteriormente, siempre vemos la participación del lumpen para realizar el trabajo sucio, las quemas en este caso, este demostrando así estar dispuestos a ser los persecutores de los migrantes.  Esta marcha no fue tan espontánea ni tan a-política, fue, creo yo,  organizada desde la oscuridad por organizaciones claramente de corte racista y xenófoba, personas que desde las sombras, manipulan un real malestar de los iquiqueños, y podríamos decir, que viven a su paroxismo una situación asimilable a las que viven los antofagastinos y los chilenos en general, ante el fenómeno migratorio actual.

El estadillo estando muy cerca de nosotros, podemos claramente indicar que la expresión de una situación de saturación en las calles, hoy en día, es un paradigma vigente en la puesta en la agenda política de un problema social. Aparentemente, el 18-O ha dejado de alertar a las autoridades, estos están pensando que la calle se calmó. El estallido demostró tajantemente la inoperancia de las políticas y políticos, que cierran los ojos frente a la agudización de numerosas problemáticas y en este caso de la crisis migratoria, y esto a un momento dado nos conduce a una situación de colapso. La institucionalidad, los conductos regulares no sirven más de vectores para trabajar y “digerir” los diferentes fenómenos sociales. Por lo demás, esta zona siempre es relegada frente a sus problemáticas, cual sea la índole de estas (medioambiental, cesantía, migración). Recordemos simplemente el episodio de los ciudadanos bolivianos que querían regresar a su país en tiempo de cuarentena y que desplazaron desde Providencia a Antofagasta e Iquique. El Norte es por ende el patio trasero de la región metropolitana. Importa mucho menos.

Seria imposible negar que la inmigración, hoy en día, es un problema que no afecta nuestro país. Y también seria infantil quedarnos simplemente en la ofuscación, definiendo una línea moral bastante básica para indicar quienes son los malos y quienes son los buenos en torno a esta problemática, que de hecho es una problemática internacional. No somos los únicos que nos confrontamos a esta situación. Recordaría simplemente que hace poco tiempo atrás, un líder político, proponía construir un muro en la frontera. Y fue electo, dejando su país aún más dividido que cuando llegó y vulgarizando el racismo. En otras latitudes también hay múltiples gobiernos que deben hacerse cargo del éxodo de la pobreza provocado por sistemas opresores y/o economías devastadoras. Y por ende creo que la solución está en el origen del problema. Un país por sí solo no va a solucionar la crisis migratoria, considerando que está es global y tiene muchas aristas que interactúan. Por consecuencia, se hace urgente establecer y cerrar acuerdos internacionales que permitan hacer efectivas reglamentaciones comunes, o al menos coherentes, teniendo en cuenta, precisamente, el respeto a la dignidad y los derechos de las personas, y por otra lado la situaciones respectivas de cada país receptor. Desde esa óptica, Chile está, objetivamente, en mejores condiciones que el resto y debería por ende asumir más.

Jean-Jacques Rousseau decía: ¨prevenir siempre los deseos, no es el arte de satisfacerlos, sino de extinguirlos” Es importante y primordial detener el flujo de inmigrantes irregulares, antes, incluso, de considerar el destino de los que ya están presentes en nuestro suelo. En ese mismo sentido, se debe imperativamente fortalecer el control de acceso al territorio, mejorar los instrumentos legales para combatir el fraude y las mafias que se aprovechan de la angustia y precariedad de los inmigrantes, y sobre todo, aumentar las ayudas al desarrollo de los países de origen. De hecho, la mejor forma de prevenir la inmigración irregular es darles a quienes decidan hacerlo, a menudo por desesperación, la oportunidad de vivir con dignidad en sus propios países, y para alcanzar este objetivo, es menester la activa acción de organismos internacionales, que deben ser los motores en la regulación de este fenómeno, que está carcomiendo la convivencia de todo un continente. Así, posteriormente al fenómeno del Covid que vio a los países “acurrucarse” sobre ellos mismos por esa misma situación, hoy la actualidad nos empuja a buscar una solución imprescindible en la colaboración.

Parafraseando a Patricio Manns, que en paz descanse, y retomando la poesía, pocas veces igualada en estas últimas décadas, de la letra de sus canciones, diría que si hoy pienso “Chile”, no quisiera pensarlo con gente quemando carpas de inmigrantes. Porque si debo recordar así mi país, me sangraría un volcán. Evidentemente hay mucho de derrota en lo que ha sucedido. Pero también sabemos, como lo ha indicado el cantautor, que nunca el hombre está vencido, su derrota es siempre breve,(…), pues la raza que destierra y la raza que recibe, le dirán al fin al hombre que él vive (siempre) dolores de toda tierra.

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2 COMENTARIOS

  1. Sin duda, el señor Zamorano, es una de las voces más autorizadas en los temas políticos por estos lares, pero acá no comparto en lo absoluto su punto de vista. Hay que haber sido asaltado, estafado, sufrir un robo o aguantar tres o cuatro días de música «hasta que vibre la pieza», los gritos, las peleas, el tráfico, el mal vivir, para estar en los zapatos de esos iquiqueños que explotaron. Traer a colación la «noche de los cristales rotos» es una caricatura de pésimo gusto, es insultar a la gente que ya no tolera más. Que defiende -en horabuena_ sus espacios, plazas, su ciudad. Lo hicieron de pésima forma, cómo no, si así explota el chileno, a no olvidar el 18-O (y ése en un tema larguísimo). Se debió actuar, por parte de la autoridad, con anticipación, con una década de anticipación. Fue un presidente, sin consultar a nadie, quien engañó a estos migrantes en particular, invitándolos a un país que es una tabla que no aguanta más gente so peligro de hundirse. El terror vivido, el sufrimiento, es «consecuencia de» y no causa de unos chilenos nazis (así se lee en la nota). // Enceres= verbo encerar. Enseres= bártulos.

  2. Estimado Vicente, te encuentro razón, actualmente los medios de comunicación están llenos de buenismo, alejándose de la Familia y contribuyendo al caos, amparando la delincuencia y faltas a moral. Existe gran miedo a la represión en los despiertos.

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