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lunes, 11 noviembre, 2024
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¿Debe entregar Chile un puerto a Bolivia?

Cuando se escuchan tantas bravuconadas del presidente Boliviano Evo Morales y de muchos políticos de ese país, a veces es bueno recordar algo de historia y que pensaban los políticos chilenos cuando fueron discutidos los pactos que hoy cuestiona Bolivia.
En el año 1900, siendo presidente de Chile don Federico Errázuriz Echaurren y ministro de Relaciones Exteriores Rafael Errázuriz Urmeneta, fue nombrado Ministro Plenipotenciario de Chile ante Bolivia don Abraham König Velásquez.
Don Abraham König Velásquez, nacido en Ancud el año 1846, era un hombre inteligente y culto; abogado, miembro del partido radical, periodista, autor de varios estudios literarios, y fue cuatro veces diputado; también fue Ministro de Guerra y Marina del Presidente Balmaceda, y auditor de guerra en 1887.
El 13 de agosto de 1900, Abraham Köning Velázquez, dirigió la siguiente nota al canciller Boliviano, Eliodoro Villazón:

“Es un error muy esparcido y que se repite diariamente en la prensa y en la calle, el afirmar que Bolivia tiene derecho de exigir un puerto en compensación de su Litoral.
No hay tal cosa. Chile ha ocupado el Litoral y se ha apoderado de él con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena, con el mismo título que los Estados Unidos de la América del Norte han tomado a Puerto Rico. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones.
Que el Litoral es rico y que vale muchos millones, eso ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale; que si nada valiera, no habría interés en su conservación. 
Terminada la guerra, la nación vencedora impone sus condiciones y exige el pago de los gastos ocasionados. Bolivia fue vencida, no tenía con qué pagar y entregó el Litoral.
Esta entrega es indefinida, por tiempo indefinido; así lo dice el Pacto de Tregua: fue una entrega absoluta, incondicional, perpetua.
En consecuencia, Chile no debe nada, no está obligado a nada, mucho menos a la cesión de una zona de terreno y de un puerto”.

Tal vez hoy sería necesario comenzar a hablar con la misma firmeza que lo hizo Köning en su época.

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