El Presidente de la República Gabriel Boric tenía considerado hablar solo en 1 punto de prensa en su visita a la región de Antofagasta, el mismo que también representaba el hito más importante de su administración: la firma para promulgar la tan anhelada Ley del Royalty. Por eso, todo tenía que salir perfecto, pero no fue así.

El escenario escogido fue la comuna de Mejillones y entre quienes ocuparían el podio antes del mandatario estaba el Gobernador Regional Ricardo Díaz, quien terminaría siendo el tema de conversación obligado de la jornada.

Es sabido en el ambiente político la distancia entre ambos. Salvo abrazos forzados por protocolo, lo cierto es que las constantes críticas que ha hecho el gobernador Ricardo Díaz al Ejecutivo han calado hondo. Las mismas que muchos dentro del oficialismo local califican de «injustas».

En un sector del Partido Socialista local todavía recuerdan cuando Ricardo Díaz intentó responsabilizar a los seremis por la paupérrima ejecución presupuestaria que tenía el GORE el 2022, y que llevó a que el gobernador tuviera que ejecutar el 43% del presupuesto del año en solo un mes.

Tampoco olvidan en el Ejecutivo los últimos dardos que dio el gobernador regional en Radio Madero, cuando planteó la tesis que el gobierno, a través de la vocera Camila Vallejo, estaba buscando generar un manto de dudas en los Gobiernos Regionales para zafar del caso Convenios que comenzó en la cartera del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Sin embargo, lo de este jueves, marcaría un quiebre más profundo entre Díaz y el Presidente.

La cebolla del Gobernador

«Lo vimos llegar con una bolsa de papel y nadie entendía nada», señala uno de los asistentes a la ceremonia en Mejillones. Otros, más inocentes, pensaban que en el interior traía un regalo para el Presidente de la República. Lo cierto, es que ese misterio sería revelado solo un par de minutos después y frente a todas las cámaras de televisión. 

Desde el interior de la bolsa de papel, Ricardo Díaz sacó una cebolla (ver video al final de la nota) que ocupó como metáfora para hacer una defensa personal a los cuestionamientos que ha recibido tras la firma del convenio con Fundación Procultura en el marco del denominado Caso Fachadas.

Investigación que incluso motivó a la Fiscalía de Antofagasta a incautar computadores desde el propio Gobierno Regional.

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Mientras el Gobernador sacaba una capa tras otras de la cebolla, tratando de esbozar que todo era una conspiración en su contra, los rostros de incredulidad en las autoridades asistentes se mezclaban con las risas de la prensa nacional. Nadie entendía nada.

«Qué weá (sic) es esto» se le escuchó a uno de los alcaldes de la región de Antofagasta decir a otro de sus pares. «¿Qué está pasando aquí?», también preguntaba sorprendido otro parlamentario de una región vecina.

«Ricardo (Díaz) tuvo la mezquindad de ocupar una pauta nacional para hablar de un problema personal», señala una persona del entorno presidencial; mientras que otros van más allá y califican lo sucedido como un «boicot». Lo cierto es que los ánimos, incluso horas después que el Presidente terminara sus actividades en la región, seguían caldeados.

Las molestias no solo iban por la polémica «performance» que quitó el foco de la Ley del Royalty sino que también porque trajo al punto presidencial un tema que lleva más de 50 días generando problemas al Ejecutivo, como es el Caso Convenios. 

La incomodidad presidencial se notaría un par de horas más tarde, en la segunda pauta del mandatario.

«No vengo con nada (dijo riendo)», pero nadie rió

Ya sentados con un pasillo de distancia, el gobernador Ricardo Díaz y el Presidente Gabriel Boric se volverían a encontrar; esta vez, en un punto de prensa de electromovilidad en la explanada del Estadio Regional de Antofagasta. Ahí, salvo un nuevo abrazo forzado entre ambos cuando el mandatario ya se subía al auto terminado el evento, todo lo que antecedió a aquello fue frialdad.

Cuando la actividad comenzaba, Díaz subió al escenario e intentando calmar los ánimos dijo en su discurso: «No vengo con nada (mientras levantaba las manos), nos vamos a portar bien», concluyó la frase riendo. Claro que el único que reía era él. Nadie más.

En política, la ubicación en la fotografía oficial siempre es una señal. Y aquí no había ninguna intensión de ocultarla.

Antes que comenzaran a disparar sus cámaras los fotógrafos, el mandatario y el gobernador habían quedado juntos a la mitad de lo que sería la foto final de la actividad. Pero ante tal incómodo escenario, el Presidente comenzó a abrir espacio para que otros actores fueran una suerte de barrera entre ambos. Señal que entendió rápidamente el ministro Juan Carlos Muñoz y el alcalde Jonathan Velásquez.

Terminados los flashes, Gabriel Boric gira hacia el ministro de Transportes que lo acompañaba en la fotografía para iniciar una distendida conversación a la cual se intentó sumar Ricardo Díaz, pero solo obtuvo una evidente indiferencia. Con el rostro confuso, miró hacia su silla y se dirigió a esta, entendiendo el mensaje no verbal.

Luego, el resto sería más de lo mismo. El Presidente, quien no habló en este punto de prensa pues tampoco tenía agendado hacerlo, recorrió los vehículos eléctricos dispuestos en la explanada del lugar sin dirigir ni una sola mirada o palabra a Díaz. El daño ya estaba hecho y el gobernador fue notificado de aquello.

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