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viernes, 4 octubre, 2024
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Medida ya se ha implementado en algunos colegios de Antofagasta

Experto critica a colegios que prohiben a sus estudiantes usar el celular: «Habla de pocas capacidades de innovación y adaptación»

Cristian Celedón, psicólogo y máster en Educación, manifestó que en un contexto en el que la mayoría de los adolescente tiene un teléfono, la prohibición en la escuela estructura una burbuja de un mundo que no existe. Sin embargo, agregó que sí hay evidencia sobre el impacto negativo de las pantallas en menores de seis años, por lo que recomienda la regulación de manera acordada con los estudiantes. “Después nos quejamos de que cuando llegan a la universidad no se autorregulan, no son capaces de gestionarse a sí mismos ni sus emociones, pero cómo esperamos que hagan eso si frente a comportamientos como el uso del celular, aplicamos una prohibición”, aseguró.

La mayoría de los adolescentes tiene un teléfono móvil que utiliza diariamente. Además, cuando el estudiante salga del colegio, curse estudios superiores y luego trabaje, el celular será una herramienta a la que acudirá constantemente en su vida profesional y personal. “Entonces generar la prohibición en la escuela estructura una especie de burbuja de un mundo que no existe, de un mundo irreal”, advirtió Cristian Celedón, psicólogo, máster en Educación y director de Innovación Educativa en la Universidad Mayor.

El uso de estos dispositivos en establecimientos y en las salas de clases está en pleno debate y varias comunidades educativas han resuelto prohibir los teléfonos. La semana pasada, el colegio Netland, emitió una circular interna en la que comunicó que los estudiantes de pre-kínder a sexto básico, “tienen estrictamente prohibido traer celular al colegio”. A partir de séptimo podrán ingresar con el equipo electrónico, pero éste deberá mantenerse apagado y en caso contrario, el equipo deberá entregarse a la inspectoría general.

Frente a esta clase de medidas que cada vez adoptan más colegios, Celedón explicó que lo primero a tener en consideración es que, en los contextos educativos, en temas en los que no hay un consenso claro de cuál es la mejor alternativa, siempre las estrategias de prohibición no son las recomendables. “He visto varios establecimientos que indican que la evidencia señala los impactos negativos que tiene el uso de celular en el contexto educativo y eso no es tan cierto. La evidencia en estos momentos no es conclusiva, hay bastante debate respecto a cuáles son los impactos concretos que tiene, por ejemplo, el uso de tecnología y específicamente la irrupción de celulares en la sala de clases. Hay evidencia que muestra aspectos negativos y otra que muestra aspectos positivos, entonces no existe algo conclusivo que nos diga que, efectivamente, sacar el celular de las salas de clases generará un impacto positivo en ciertas variables”, señaló.

Para tomar decisiones se requiere claridad sobre la evidencia, porque si ésta se utilizará, debe considerarse toda la evidencia disponible. Esto, porque si alguien quiere prohibir, buscará la información que respalde que ocupar el celular en el colegio es malo.

Evidencia en menores de 6 años

El máster en Educación detalló que la única evidencia conclusiva es la que apunta al uso de celulares o de pantallas en estudiantes menores de seis años. Por ello, como profesional vinculado al área dijo que sí puede recomendar la restricción de estos dispositivos móviles a niños y niñas menores de seis años.

“Los impactos principalmente son emocionales, en el desarrollo y en la socialización. Una imagen típica que vemos es a los padres o madres que usan el teléfono como una manera de regular los estados emocionales de los niños. Si llora, le entregan el celular para que se calme y así empiezan a utilizar los dispositivos como elementos reguladores. A esa edad no están preparados para gestionar su vinculación con estas herramientas que son de satisfacción inmediata y que tienen otros elementos negativos”, precisó.

Prohibición, un mundo que no existe

Pero sobre los seis años, afirmó que la recomendación nunca es la prohibición, ya que la evidencia disponible es menos conclusiva y en contextos educativos, utilizar el castigo como herramienta, por lo general, siempre lleva a efectos emocionales negativos. Esto, porque el castigo no entrega alternativas, el estudiante no tiene un rango de acción donde pueda decidir y eso interfiere en sus procesos emocionales, en el aprendizaje y produce emociones como miedo, rechazo, venganza y percibir a su establecimiento como un lugar a ver aversivo, que restringe ciertas acciones que en su día a día desarrolla.

“La mayoría de los estudios señala que el primer celular los niños lo reciben entre los nueve y diez años. Los adolescente ya tienen un teléfono y de alguna manera esta medida es contraintuitiva con la forma de vivir habitual de los estudiantes, ya que en su día a día usan este aparato. Entonces generar la prohibición en la escuela estructura una especie de burbuja de un mundo que no existe, de un mundo irreal. Cuando escucho que un establecimiento educativo quiere prohibir el uso de celulares dentro del establecimiento, más que una medida correcta o incorrecta, habla de un establecimiento que tiene menos capacidades metodológicas y pedagógicas para enfrentar los desafíos de la ciudadanía digital. Habla de pocas capacidades de innovación y adaptación, pocas capacidades para reflexionar cómo adaptarse al proceso de cambio que estamos viviendo a nivel tecnológico. Sin ir muy lejos, es algo que vivimos en la pandemia, cuando pudimos ver la importancia de que los celulares estén presentes en el proceso educativo”, destacó.

Efectos

El especialista sostuvo que esta medidas tienen un efecto cortoplacista. Inicialmente puede apreciarse un efecto positivo, porque se interrumpe una conducta, pero por lo general es insostenible en el tiempo y los estudiantes buscan las maneras de seguir utilizando el teléfono, porque están apartando una herramienta de uso diario.

“Además, puede afectar su contexto personal familiar, porque el estudiante estará desesperado por llegar a la casa a usar su celular, entonces el problema sale de la escuela y se traslada al hogar, porque lo único que va a querer es conectarse para estar en contextos virtuales. La evidencia muestra que las estrategias basada en el castigo y la prohibición, por lo general, enseñan un modelo de comportamiento más bien conductista, agresivo, normativo, sobre hacer algo o ver las consecuencias. Imagina lo absurdo que suena esto que un colegio que potenciará en sus estudiantes la ciudadanía digital, un concepto clave en el siglo XXI, pero por el otro lado, prohíbe los celulares”, cuestionó el psicólogo.

Políticas públicas

También subrayó que ya hay parlamentarios que quieren promover políticas públicas asociadas a una prohibición, poniendo como ejemplo a Francia y otros países. Sin embargo, cuestionó que ninguno de ellos habla netamente de prohibición, sino de una regulación. En muchos de los casos, finalmente es el docente quien toma la decisión si incorpora o no el celular como una herramienta dentro de la sala de clases.

“No hay una prohibición tácita, sino que se indican los bordes en los que puede utilizarse el teléfono. Aquí se está pensando en una prohibición, en ejemplos tan extraños como poner una caja en la entrada de la sala y que el estudiante coloque su celular ahí. Cuando llegamos a extremos, finalmente es no confiar en las capacidades de los estudiantes para aprender formatos de autorregulación. Después nos quejamos de que cuando llegan a la universidad no se autorregulan, no son capaces de gestionarse a sí mismos ni sus emociones, pero cómo esperamos que hagan eso si frente a ciertos comportamientos como el uso del celular, aplicamos una prohibición”, recalcó Celedón.

Estrategias de regulación

La convivencia escolar, casos de violencia, el bullying o la concentración son aspectos que preocupan a las comunidades educativas que ven como una alternativa a ello la restricción de los teléfonos. Sin embargo, el especialista de la Universidad Mayor indicó que esa idea no está respaldada en ninguna evidencia concluyente. En esos temas, añadió, hay otros factores, la desconcentración o la violencia tienen que ver con la pandemia.

“Hacer una causa efecto con el celular es pedagógica y metodológicamente irresponsable. Invitaría a los establecimientos que están pensando en esta idea a darle una vuelta más al asunto y buscar estrategias de regulación que permitan incluir a los estudiantes en la toma de decisiones y empoderarlos de por qué es importante controlar la utilización de estos aparatos. Es absurdo quitarle un dispositivo que, cuando el estudiante salga del colegio y vaya a la universidad, salga a trabajar y se incorpore al mundo real, será una herramienta que usará todo el día. Además, tenemos la irrupción de la inteligencia artificial que nos dice que las profesiones que tengan más desarrollo de habilidades digitales serán aquellas que sobrevivirán. Entonces estamos creando una burbuja no digital o con menos interacción digital en un mundo que nos dice totalmente lo contrario. Por eso, cuando escucho hablar de prohibición es algo muy contra intuitivo”, expuso.

Recomendación

Para Cristian Celedón, la recomendación, más que prohibir, es gestionar y regular. De ello hay bastantes ejemplos en el país de instituciones educativas que están trabajando en la regulación del uso celular, llegando a un acuerdo con los estudiantes y generando espacios donde pueden utilizarlos. “También se implementan tiempos y momentos en los que pueden decidir si usar el aparato. Los profesores intencionan el uso de los celulares como herramientas de aprendizaje, con tal de que asocien el dispositivo como una herramienta para aprender. Existen casos en los que hay una regulación trabajada juntamente con la comunidad educativa, incluyendo a los estudiantes. Eso genera que comprendan que debe ser regulado, lo que es positivo, porque tiene impactos en la vida cotidiana. Esto, porque cuando el alumno se va de la escuela entiende que debe regularse, en cambio la prohibición lo que hace es la zanahoria y el garrote, ‘no lo puedes ocupar, no lo puedes ocupar’ y trae efectos negativos”, apuntó el psicólogo.

Como parte de este trabajo de largo plazo, las comunidades educativas deben evitar simplificar el problema y pensar que hay una causa efecto entre el uso del celular y problemáticas como el bullying, la violencia escolar, la desconcentración o desmotivación. Estas dificultades, advirtió, pueden estar relacionados a cuáles son las herramientas pedagógicas que el establecimiento está utilizando, hasta qué punto, por ejemplo, el contenido o la estrategia metodológica está siendo correctamente contextualizada, cómo se trabaja el desarrollo emocional, social. Se trata de una serie de factores de influencia más allá del teléfono.

“La primera recomendación es analizar las múltiples causas de las problemáticas que estén viviendo, incluyendo obviamente el uso de telefonía móvil. Hay evidencia que muestran las consecuencias del uso inadecuado, educativamente hablando de los teléfonos en la clase, eso no lo podemos, sin embargo, no es el único factor causal. Los establecimientos deben analizar de una manera más integral el problema para determinar cómo generar normas de convivencia co-construidas que nos ayuden a regular y gestionar. Nunca recomendaría a la dirección de un colegio utilizar la palabra prohibición, porque esa palabra tiene consecuencias educativas negativas, a nivel emocional, es casi como volver a la educación conductual. Es preferible utilizar conceptos como la regulación, la gestión de los dispositivos móviles en la sala de clase y desarrollaría protocolos de acción que involucren la intervención de los estudiantes, principalmente, cuando ya tienen capacidad de toma de decisión”, propuso Celedón.

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2 COMENTARIOS

  1. Los profesores apenas pueden contener a sus alumnos y este señor recomienda no prohibir, 😆, es la unica manera para hacerlos entender de que tienen que sacar la cabeza de la pantalla y hacer otra cosa, por eso además tienen problemas de obesidad.

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