“Aquí descansa José Gutiérrez Guerra (Q.E.P.D). ExPresidente de Bolivia, fallecido febrero 21 de 1929. Cariñoso recuerdo de la Familia Stevenson”. Este es el escueto epitafio grabado en el nicho del mencionado exmandatario, ubicado al interior del mausoleo “Centro Boliviano 6 de Agosto” del patio N°2 del Cementerio Municipal de Antofagasta.
Con 59 años al momento del deceso, Gutiérrez Guerra venía desde hace al menos una década con la salud quebrantada. Tras su derrocamiento nueve años antes, se exilió en Chile, siendo Antofagasta la tercera ciudad donde se radicó (y donde le alcanzó la muerte). Antes había sido Iquique y después Santiago.
Lo cierto es que la historia de este personaje altiplánico fue trágica en cuanto a lo político, pero hoy es solo una anécdota más de las cientos que guarda el Cementerio Municipal de Antofagasta, siendo su sepultura un punto de atracción para unos pocos curiosos.
Inicios
Proveniente de una familia de rancio abolengo, por el lado materno su abuelo Pedro José Domingo de Guerra presidió Bolivia desde abril a septiembre de 1879, esto mientras el general Hilarión Daza comandaba a las fuerzas de la alianza en el año de inicio de la Guerra del Pacífico. Domingo de Guerra falleció de forma prematura antes de terminar el periodo.
El joven Gutiérrez Guerra obtuvo formación en Europa, donde además se dedicó a la administración de empresas que le llevaron a labrar fortuna y prestigio. Para el día de su sepelio, el historiador Isaac Arce -quien le conoció en vida-, dio algo de luz a este cariz en la lectura del responso.
“Miembro de nobilísima familia, se educó en Londres donde recibió una esmerada y vasta instrucción y desde muy joven tuvo una brillante actuación en grandes empresas industriales y otras de diversa índole, llegando a tener unja bien ganada y merecida fortuna. Como buen ciudadano, tomó parte activa en la política de su patria y sus partidarios lo llevaron a la presidencia en 1917, en remplazo del general Don Ismael Montes”.
Gobierno
Habiendo retornado a su país, se dedicó a los negocios contables llegando a ser presidente del Banco de Crédito Hipotecario. Un poco a regañadientes (obedeciendo los convencionalismos de la aristocracia) se inmiscuyó en política. No esperaba que su ascenso fuese tan meteórico.
Según explica el investigador e historiador boliviano, Maurice Cazorla Murillo “fue senador por el partido liberal en el año de 1913, ministro de la cartera de Hacienda en 1914, presidente de la Cámara de Diputados en 1915, que motivo a que sea candidato a la presidencia en el año de 1917, en aquellas elecciones le permitió asumir la primera magistratura del país tocándole el periodo complicado de la reivindicación del Litoral con efusivas manifestaciones del partido opositor el Republicano, que era controlado por la fuerza desmedida”.
Gutiérrez Guerra fue del Partido Liberal, el cual fue fundado por en 1883 por un militar que participó en la Guerra del Pacífico, cuyo principal hito fue que uno de sus correligionarios, el presidente Ismael Montes firmara el tratado de Paz y Amistad con Chile en 1904, con el cual el país altiplánico perdía su salida al mar, hecho jamás perdonado por los republicanos.
En 1917, en medio de la convulsión planetaria por el desarrollo de la I Guerra Mundial, Gutiérrez a la sazón de 47 años presenta su candidatura a la presidencia por su partido y es elegido. Nuevamente citamos el responso leído por el historiador Isaac Arce, quien fue testigo de estos acontecimientos.
“Por motivos que no hay para qué citar, me encontraba en esa época radicado en la ciudad de La Paz y pude apreciar de cerca la inmensa corriente de simpatía que prestigiaba la candidatura del Señor Gutiérrez, simpatía que luego se convirtió en fuerza efectiva que afinazó eficazmente al Gobierno del nuevo mandatario”.
Bajo su efímera administración se extendieron las redes ferroviarias, se ejecutaron obras de alcantarillado y agua potable para La Paz y Cochabamba y se priorizó la educación en mano de órdenes religiosas para el campesinado. En materia internacional firmó el contrato con la Richmond, Levering y Cía. para la explotación del petróleo en algunas zonas del país en sociedad con el Estado (Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija); sin embargo tras su derrocamiento se transfirió estos derechos a la norteamericana Standard Oíl.
Pero este periodo de casi 20 años de gobiernos liberales electos democráticamente, sumando a la inestabilidad económica producto de la guerra en Europa, hizo que el malestar y las protestas en algunos sectores del país fuese tomando como la oportunidad de asestar un golpe de y sacar a Gutiérrez, quien además al ser de tez blanca y ojos verdes, era tachado como un arrogante oligarca, sin llegada a los sectores bajos.
El golpe lo fraguó el Partido Republicano con el apoyo de los militares, y se dio en 1920. Sobre este hecho, Cazorla Murillo explica que “su propio partido generó una división y propició su derrocamiento con el partido Republicano el 12 de julio de 1920. Tuvo que exiliarse en Chile, donde vivió apartado de la política hasta el último de sus días, donde falleció en el año de 1929. Estuvo casado con Agar Reyes Calvo desde 1897, de una importante familia chuquisaqueña, con quien tuvo cuatro hijos”.
Para entender el contexto social que propició la caída de Gutiérrez, la magíster en historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Ximena Prado Dagnino, nos da luces al respecto.
“La inestabilidad política en Bolivia ha sido un tema bastante recurrente a lo largo de su historia, y no solo en el siglo XX, sino que prácticamente desde sus inicios. Esto porque a diferencia de los otros países hispanoamericanos surgidos por procesos de independencia, Bolivia, vendría a ser lo que se les llaman los ‘Estados Tapón’, que son aquellos pequeños que sirven como mitigantes de grandes potencias, como por ejemplo son similares a lo que surgieron entre la I y II guerra mundial y que después terminaron siendo satélites de la Unión Soviética. Entonces, ocurre que al tener un inicio un poco artificial entre comillas, la duda que siempre se plantea es ¿qué es lo que tienen en común los bolivianos? y la respuesta que se daba en el siglo XIX y XX era que eran un Estado, pero sin una unidad común”.
Exilio y ocaso
El “último oligarca” de Bolivia llegó a refugiarse a Iquique. En este puerto, según manifestó Isaac Arce en su responso al expresidente “en Iquique, bolivianos y chilenos se esmeraron en atenderle procurando hacerle menos pesada ese verdadero vía crusis. Medio repuesto de sus dolencias físicas, tuvo que entregarse al trabajo para ganarse su subsistencia y entre otros se hizo cargo de una quiebra comercial (…) Aquejado siempre por su mala salud, se trasladó a Santiago en busca de mejoría y ahí permaneció hasta que fue llamado por don Guillermo Stevenson, fundador de la casa Guillermo Stevenson y Cía, para confiarle la dirección de sus negocios, los cuales administró con particular acierto hasta que el mal estado de su salud no le permitió continuar frente a estos”.
Posteriormente el Gobierno de Bolivia le fijó una asignación mensual. El expresidente ahora vivía prácticamente al “3 y al 4” muy alejado de la opulencia que labró durante sus años de trabajo en Europa, y la que posteriormente le dispendió efímeramente su puesto como primera autoridad de su país.
Gutiérrez Guerra fallece exiliando en Antofagasta en febrero de 1929, paradójicamente en el mes en que se cumplía el 50 aniversario de la anexión de la ciudad, antes boliviana. Pero curiosamente la descendencia del “último oligarca” siguió un derrotero de revoluciones y reivindicaciones. Así nos cuenta el historiador boliviano Maurice Cazorla Murillo.
“La familia Gutiérrez dejó muchos personajes importantes, como Alberto Gutiérrez, que además tiene un libro sobre la guerra del Pacífico, Lisímaco Gutiérrez Granier que murió en la guerra del Chaco. Este a su vez tuvo un hijo que también se llamó Lisímaco que se fue a Chile casado con una chilena llamada Bety Fishmann quienes en su profesión de arquitectos construyeron el teatro sindical para los mineros de “Lota” en Chile. Posteriormente se moverían a Cuba en pleno periodo castrista, en el cual, influido por el socialismo de la época, decidió volver a Bolivia en 1969 e involucrarse en la lucha del “Ejército de Liberación Nacional” en Teoponte dando continuidad a la Guerrilla del Che, desbaratada por el ejército boliviano”.
Por último, Cazorla agrega que “Lisímaco murió en 1972 en los conflictos del golpe del General Hugo Banzer Suarez, su esposa volvió a Santiago y luego de Pinochet tuvo que retirarse al exilio. El hijo de este Lisímaco, también llamado igual que su padre, nació en 1957, pero vivió en Cuba donde se casó nada menos que con la hija de Raúl Castro, hermano de Fidel con quien tuvieron dos hijos. Este último vivió entre Cuba y Chile integrando además el FMPR vinculado a algunos hechos de secuestros y asesinatos. Posteriormente se sabe que participó en el rescate de alguno de sus camaradas”.
Como tal vez queriéndose desmarcar de la figura de su antepasado, hoy el nicho del patriarca solo es visitado por agrupaciones históricas como la de Los Viejos Estandartes y un puñado de curiosos. Fuera de eso, la inmensa mayoría desconoce que dentro de los patios del camposanto antofagastino yace un exmandatario.