No existe registro alguno de un hecho similar en la historia policial de Antofagasta. Por lo anterior, el calificativo transversal de las autoridades fue uno solo: gravísimo. Así lo repitieron tanto la fiscalía como la PDI mientras en sus manos mostraban la evidencia de lo incautado en el Aeropuerto Andrés Sabella: ocho fusiles de guerra (AR-15 calibre 5.56) y pistolas Glock, ambas similares a las ocupadas en matanzas escolares en Estados Unidos.
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Ante este hecho, las reacciones desde el parlamento también fueron casi de inmediato. En la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, el parlamentario Jaime Araya (IND-PPD) planteó que «esto traspasó todos los límites de lo que uno estaba acostumbrado”. Mientras que la Senadora Paulina Núñez (RN) interrumpía su participación en la Sala para apuntar a la necesidad que el gobierno apure el protocolo para control de armas: «Las autoridades están chocando con la realidad cuando no quieren actuar con mano dura”, indicó.
Pero ¿cómo se dio con este decomiso?¿cuál fue la sospecha inicial que encendió todas las alertas?
La duda inicial: Miami-Iquique
En el lenguaje aduanero existe el término «perfilamiento», el cual dice relación con aquellas cargas que requieren especial atención y que derivan luego en distintos grados de alertas. En su mayoría, esta decisión se basa en el «buen olfato» del funcionario de años de experiencia, respaldado también por los datos que muestran algunos grados de inconsistencias que arroja la carga. Lo anterior puede responder por un tamaño inusual, la cantidad, la guía, el origen y destino, etc. En este caso, fuentes relacionadas a la investigación señalan a Timeline.cl que se encendieron todas.
La primera luz amarilla que advirtieron los fiscalizadores del Aeropuerto Andrés Sabella fue la ruta del envío que aparecía en el sistema y que marcaba como ciudad de origen Miami (EE.UU) y destino una empresa en Iquique (Chile).
La segunda sospecha se radicó en la cantidad de bultos. En total, el envío comprendía 60 cajas de 1,5 metros x 1,5 metros que en su interior traía decenas de otras cajas. Fue ahí donde los fiscalizadores ya estaban en loza esperando revisar alguna de estas inusuales encomiendas. Pero todavía eran solo sospechas, hasta que dieron con el primer hallazgo.
El escondite «casi» perfecto
La primera de las cajas revisadas por los fiscalizadores de Aduana tenía en su interior otras cerca de 100 pequeñas cajas. Hasta la número 96, todo parecía normal. La guía indicaba que eran artículos electrónicos, otras ropas deportivas, pero hubo 4… solo 4 cuyo contenido hacía todo más sospechoso, pues en estas se encontraron partes de lo que -hasta ese entonces- parecían de armas, pero perfectamente podían ser a fogueo o de deportes como Airsoft.
Eso sí, dicha duda no dejó de rondar en la cabeza de los fiscalizadores, y ante la duda respecto a si correspondían o no a armas de verdad, se tomó la decisión de no seguir actuando como un procedimiento de rutina, pues ya no lo era. Por ello, se dio aviso a la Fiscalía, que a su vez encomendó a peritos de la PDI participar en la inspección de cajas y así dilucidar las fundadas sospechas, sin saber todavía que estaban frente a un descubrimiento histórico para la policía local.
De ahora en adelante, la labor se centró en revisar las 60 cajas y todo el contenido que estas traían. Para ello se instalaron bajo extrema reserva y con prohibición de informar, tanto peritos de la PDI como personal aduanero en bodegas del recinto aeroportuario antofagastino. La orden del Ministerio Público era clara: nadie, absolutamente nadie podía saber lo que ocurría en una de esas bodegas.
Eran armas reales
En esa bodega ubicada dentro de un lugar no especificado por motivos de seguridad dentro del Aeropuerto Andrés Sabella se trabajó por dos semanas sin parar, lo que permite dimensionar la cantidad de cajas que se revisaron y cuyos hallazgos iban poco a poco dejando al descubierto el motivo real del envío: el tráfico de armas.
Otras fuentes de la investigación, cuentan que fue al cuarto día que los peritos pudieron llegar a la conclusión clara que estaban frente a un armamento de guerra real, además de encontrar miras telescópicas para estas que permitía que los fusiles pudieran disparar a 600 metros de su objetivo, con capacidad letal. Además se hallaron partes que conformaban pistolas del tipo Glock.
Una vez aclarado esto, las opciones eran al menos dos: hacer una entrega dirigida para dar con el destinatario final de cada una de las partes o detener la carga en el mismo aeropuerto, siendo esta última la decisión de la Fiscalía.
Eso sí, una de las interrogantes a aclarar en esta investigación que se encuentra en curso se centran en el primer destinatario, esta empresa iquiqueña que aparecía como quien recibiría el contenido de estas 60 cajas de gran tamaño.
La empresa y las dudas
Para entender las tesis que se manejan en la investigación respecto a la eventual participación o no de la empresa en Iquique es necesario entender el funcionamiento de las empresas de Courier. Por definición, este servicio consiste en llevar, de un lugar a otro (nacional o internacionalmente), correspondencia, cartas o paquetes.
Un ejemplo sencillo de lo anterior ocurre cuando varias personas compran en sus casillas en el extranjero (práctica cada vez más habitual en las compras online) y una empresa las ingresa a Chile, y en territorio nacional las distribuye al destinatario final sin conocer nunca el contenido de estas. Hasta ahí, una de las tesis es que la empresa en cuestión podría no haber sido parte activa de lo ocurrido. Pero una duda ronda en la cabeza de los investigadores: la ruta local.
La duda que surge en esta etapa investigativa y que deberá aclarar las pericias pendientes, tiene su sustento en que la otra de las características que tienen las grandes empresas de Courier es que sus cargas las ingresan a Chile a través del Aeropuerto de Santiago. He ahí una sustancial diferencia con lo previamente expuesto. Lo anterior, sumado a que este envío se podría haber ingresado por Iquique, sin la necesidad de hacerlo por Antofagasta pues esto implicaba luego trasladarlo por tierra un promedio de 500 kilómetros hacia la región vecina. Es esto último lo que no calza, según aseguran en privado a este medio fuentes de la investigación.
Por ahora, esta causa está abierta y sin detenidos. Lo único que adelantó el Fiscal Castro Bekios a la prensa este miércoles es que existe participación de extranjeros en Chile en esta cadena de envíos, y que este tipo de armas se ha detectado en mano de organizaciones criminales que actualmente operan en la ciudad de Iquique. Todos detalles que se irán dilucidando a medida que avancen las pericias en torno a esta nueva ruta regional que estarían buscando los delincuentes para internar armas a nuestro país.
