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jueves, 28 marzo, 2024
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Premiada película grabada en Tocopilla se estrena este jueves y director destaca el impacto visual que genera la ciudad

“La Francisca, una juventud chilena”, cuenta con apoyo de Francia y Bélgica y su director, Rodrigo Littoriaga, descubrió Tocopilla tras regresar del exilio en Europa. “Lo que me impactó fue una cierta pobreza muy graficada con la omnipresencia de las torres de la termoeléctrica, que dan cuenta de una cicatriz fuerte, una estructura impuesta, y al mismo tiempo el sol, el océano y el desierto entregan una suerte de calidez”, explicó. El estreno se realiza de forma online este jueves a las 20 horas.

Este jueves a las 20 horas se estrena la película “La Francisca, una juventud chilena”, cinta dirigida por Rodrigo Littoriaga en la que se expone la soledad de la juventud y cómo en muchos casos están entregados a sí mismos para alcanzar su propio crecimiento ante la falta de oportunidades. La producción fue grabada el año 2018 en Tocopilla, escenario que conoció el director en un viaje junto a su amigo, el músico Alexandros Jusakos. Tras volver de Europa por el exilio de su familia, visitar esta comuna por primera vez generó un “terremoto interno” en Littoriaga. “Lo que me impactó fue una cierta pobreza muy graficada con la omnipresencia de las torres de la termoeléctrica, que dan cuenta de una cicatriz fuerte, una estructura impuesta, y al mismo tiempo el sol, el océano y el desierto que entregan una suerte de calidez”, detalló desde el realizador.

Aunque el filme se estrena el jueves por la plataforma Puntoticket, el año pasado participó de varios festivales, incluyendo Antofagasta, cosechando algunas premiaciones. Pronto se exhibirá en New York (EEUU) y continuará su recorrido por Alemania, Suiza y República Checa. En entrevista con Timeline.cl, el director manifestó que tenía la necesidad de realizar una película en el norte de Chile por factores que son únicos de esta zona, como “las sensaciones de distancia respecto a Santiago que es el centro y un mundo de conexiones; el Océano Pacífico, las carreteras en el desierto y el arraigo muy fuerte de las personas con su tierra”.

Para acercarse de mejor manera a la historia que quería contar, Littoriaga convocó una mezcla de actores profesionales y no profesionales. Javiera Gallardo es la protagonista y éste es su primer papel en cine, el que realizó con notable naturalidad. Aatos Flores, el hermano de Javiera, es un niño de madre finlandesa y padre chileno, nacido y criado entre Bélgica y Finlandia. “Habla poco español y el papel le sentó de maravillas”, dijo el director sobre el desempeño del elenco. El estreno es este jueves, a las 20 horas por PuntoTicket (https://www.puntoticket.com/la-francisca-streaming).

¿Cuál es su origen, qué conexión tiene con el norte de Chile?

  • Nací en Santiago, el 12 de septiembre de 1973. A los meses y por temas del Golpe de Estado, tuvimos que salir de Chile y nos radicamos en Francia, donde crecí. Luego viví en Bélgica y volví por primera vez en 1990. Mi madre es iquiqueña, entonces cuando regresamos fuimos a su ciudad y ahí conocí el norte, zona que quedó graba en mi retina. Después estudié en Santiago, terminé mis estudios en Bélgica y tras eso comencé a hacer cine, siempre quedó en mí el universo visual del norte. Las sensaciones de distancia respecto a Santiago que es el centro y también un mundo de conexiones; el Océano Pacífico, las carreteras en el desierto y el arraigo muy fuerte de las personas con su tierra. Tenía ganas de, algún día, hacer una película ahí.

Estudió economía, ¿cómo llega a dirigir una película?

  • Estudié economía en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y comencé lentamente a dedicarme al cine, primero con cortometrajes y luego con esta producción. Este traspaso creo que ocurre por crecer en un contexto de chilenos exiliados en Europa, en un mundo de ensoñaciones y de multiplicidad de historias relacionadas a los recuerdos. Y esto era algo que extrañaba tras terminar mis estudios de Economía y logré actualizarlo en este oficio que es contar historias en una pantalla. Nunca ejercí mi profesión, a pesar de ser una disciplina que me sigue fascinando.

¿De qué manera descubre Tocopilla?

  • Un poco por casualidad. En un viaje que hice al regresar a Chile, con mi amigo que es músico, Alexandros Jusakos, viajamos por la carretera de la costa a Iquique y nos detuvimos en Tocopilla. Ahí tuve un impacto visual muy fuerte, una suerte de terremoto interno, y desde ese momento volví varias veces a Tocopilla para impregnarme del lugar y a montar el guion para el proyecto de La Francisca. Así fue cómo se gestó. El 2011 se desarrollaron las protestas de los estudiantes y terminamos de completar con la idea del retrato de una mujer joven del norte, un poco atrapada en la falta de expectativas, alimentando sus propios sueños y teniendo complicaciones para llegar a cumplirlos. Es una mezcla de frustraciones con ilusiones a partir de una situación de marginalidad económica para ella, pero también una lejanía con el centro decisional, como lo llamo, que es Santiago, donde hay más oportunidades.

¿Qué le impactó de esta ciudad para concretar la grabación de una película?

  • Lo que me impactó fue una cierta pobreza muy graficada con la omnipresencia de las torres de la termoeléctrica, que dan cuenta de una cicatriz fuerte, una estructura impuesta, y al mismo tiempo el sol, el océano y el desierto que entregan una suerte de calidez. El Océano Pacífico da un cierto impulso al viaje, invita a soñar y a probar suerte. También me impactó el arraigo de la gente de Tocopilla con su tierra, los pescadores, las personas en el mercado, los comerciantes, quienes viven ahí están encantados con su tierra y me gustó eso de sentirse arraigados. De alguna manera ese escenario me recordó, a distintos niveles, la ciudad de Iquique como la conocí el año 90, ya que después experimentó un crecimiento importante y hoy es una ciudad que tiene desarrollo. En cambio, Tocopilla conserva esa sensación de que, en cierta manera, el tiempo se detuvo.
Película «Francisca»

¿Cómo pudo concretar el proyecto?

  • A partir del guion conseguimos fondos en Francia y Bélgica, esto fue clave o la película no habría sido sería posible. Cuando decidimos avanzar, ya había un pequeño equipo con el que trabajé en Santiago. Con arraigo, la idea era desplegarnos con un casting fuerte de Antofagasta, para hacer verosímil la propuesta que tenemos. Javiera Gallardo (la protagonista) nunca había pensado hacer cine y la encontramos a partir de una audición y coincidió muy bien con el personaje, porque no llegó en una perspectiva profesional de actuación, sino a representar a sí misma de una cierta manera, a partir de su juventud y las ganas de hacer cosas. Luego conectamos con la gente en Tocopilla, la alcaldía y quienes habían trabajado algo en cine, porque la ciudad había albergado un par de comerciales y una película de Jodorowsky. Todo fue muy orgánico, fácil y cómodo, con entusiasmo de las personas en Tocopilla que nos abrían las puertas para las locaciones. Tenemos ganas de ir a presentar la película presencialmente a Tocopilla y mostrar el fruto de todo el trabajo.

¿Quiénes participan en la película?

  • Es una mezcla de actores profesionales y no profesionales. Javiera Gallardo es la protagonista, es su primer papel en cine, lo hizo con mucha naturalidad y voluntad. Aatos Flores, el hermano, es un niño de madre finlandesa y padre chileno, nacido y crecido entre Bélgica y Finlandia. Habla poco español y el papel le sentó de maravillas. Es el hijo real del padre de la película, un actor chileno radicado en Bélgica durante los años 90 y formado en la Arcis. Francisco Ossa, en el papel de Fernando, es un actor muy conocido en Chile; la madre, Varinia, es bailarina radicada en Bruselas desde los 90 también, ahora con permanencia en Chile y es su primer papel como actriz. Los otros actores son de Antofagasta, la amiga Yessi, el pinche Pato, entre otros, todos muy involucrados en la elaboración de sus personajes.

¿Cuándo grabaron en Tocopilla y dónde han expuesto este trabajo?

  • La película se grabó el 2018 y la producción concluyó el 2020. Estuvo disponible el año pasado en AntofaCine y ganó un premio del público, también estuvo en el Festival Internacional de Cine de Iquique, donde ganó premios como el mejor largometraje del jurado joven y eso es algo que me llama la atención, la película tiene un sesgo juvenil al relatar la crudeza de la vida de la juventud. Además, se presentó en otros festivales en Chile, estuvo en la Mostra de Sao Paulo (Brasil) y a mediados de septiembre se verá en el New York Latino Film Festival. El recorrido sigue en Alemania, Suiza, República Checa.

Las preocupaciones del director

¿Qué inquietudes quería plasmar en la película?

  • Si tuviera que decir una cosa importante, es la soledad de la juventud, la forma en que está entregada a sí misma para lograr su propio crecimiento, hacer un retrato sobre la condición de los jóvenes en Chile y de las generaciones futuras que sufren la falta de oportunidades, de perspectiva. Quisimos mostrar esto a partir de un proyecto independiente, sin hacer un panfleto, queríamos una película con un relato, con una trama propia y potente.

A modo general, ¿qué tan diferente es la juventud de Chile con la europea?

  • Son dos ejes. Lo más parecido, y es lo que quise recalcar, es que la juventud está marcada por un ímpetu propio, tener experiencias, conocer gente distinta y eso es transversal al joven europeo, tocopillano, chileno. En Europa por supuesto que hay desafíos, pero tiene un cuadro más propicio para el desarrollo de la juventud, más oportunidades. En la película presento una trama ligada a la institución académica, que genera una dificultad la que se enfrenta la Francisca, pero también es para decir que hay una institución que no ha logrado estar a la altura de las expectativas de la juventud y tal vez en Europa, los jóvenes pueden abocarse con más serenidad a indagar su personalidad y vivir su propio destino.

¿Qué cosas cree que esta zona puede mostrar al mundo del cine?

  • El desierto y el océano son un fulgor poco conocido que la gente rescata de manera automática. Proyectos futuros en los que quisiera trabajar tienen que ver con el altiplano y los asentamientos ligados a las poblaciones indígenas y el nexo que se establece con ciudades grandes como Antofagasta y las contradicciones culturales que pueden ocurrir. Es algo que sucede en Europa, una fuerte inmigración con rupturas identitarias y algo similar podemos observar en el eje andino. Tengo ganas de seguir haciendo cine en el norte de Chile, por mi vivencia en Iquique y la experiencia en Tocopilla. El paisaje del norte tiene una singularidad que no es muy conocida y que la gente aprecia como una novedad. Y partir de esa distancia, la lejanía, me gustaría que este paisaje sea protagonista de más historias por contar.

¿Cómo podría incentivarse a que más directores vinieran a grabar al desierto?

  • Creo que el empeño que está haciendo AntofaCine con AntofaLab y cosas de este tipo, son el camino correcto. Lo que más se necesita es difusión, conocimiento, probablemente generar encuentros para que venga gente de afuera a conocer esta zona y contar con oportunidades para los productores y cineastas locales, para que puedan promover sus historias hacia afuera e invitar cineastas extranjeros. Para fortalecer esto es importante la dinámica de los ecosistemas y también ayuda que películas como La Francisca sean difundidas con cierto éxito. Cuando ganó el premio del reconocimiento del público en Antofagasta fue importante, porque permite hacer valer el apoyo de los ciudadanos que comparten estas historias. Todo este círculo virtuoso incrementará el interés de la producción audiovisual en el norte.

La pandemia cambió todo, ¿qué le deja esta experiencia de estrenar en estas condiciones?

  • En la dinámica de la pandemia ha sido un poco frustrante no poder compartir con el público, eso es lo más doloroso. Hacemos historias para que la gente las vea y si nunca hay una proyección pública para un cineasta eso es nunca encontrarse con los espectadores que pueden apreciar la película, criticarla y a partir de ahí desarrollar un intercambio de ideas. Después de esta salida online queda pendiente un estreno presencial en Antofagasta, en Tocopilla, para festejar con quienes participaron y con el público compartir una dinámica crítica. El tema online ha facilitado cosas, como encuentros profesionales, pero no permite este acercamiento primario con el espectador que descubre una película y se pierde la comunicación, eso es lo que más se extraña.
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