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jueves, 10 julio, 2025
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Política

Problemas comunicacionales, fisuras en el relato y desembarco de Evópoli en la CMDS: analistas revisan administración de Sacha Razmilic

El militante de Evópoli cumplió seis meses en el edificio consistorial y si bien hay coincidencia en que la municipalidad está desarrollando tareas, al mismo tiempo advierten que ello responde a la comparación con el periodo anterior, que dejó un nivel muy bajo, por lo cual no debería existir autocomplacencia. Los analistas también indican que el diseño comunicacional no es el mejor y que de no responder a las expectativas de su campaña, el electorado podría volver a elegir candidatos que no estén asociados a ningún partido político.

Hace más de 20 años que ningún militante de un partido político era electo alcalde de Antofagasta. Desde Daniel Adaro en adelante, las últimas cinco administraciones fueron encabezadas por independientes, sin embargo, esa tendencia concluyó en el 2024, cuando Sacha Razmilic (Evópoli) fue elegido jefe comunal. Aquello representa un desafío extra para edil, ya que un trabajo que no esté a las alturas de las expectativas que despertó su campaña, podría traer de regreso el escepticismo del electorado con los candidatos de partidos.

Tras seis meses en el cargo, analistas políticos revisaron el camino recorrido por el exdirector de Sercotec en el municipio del distrito minero más importante del mundo. Y si bien reconocen que ha desarrollado gestión en la ciudad, también advierten que el nivel dejado por Jonathan Velásquez fue muy bajo y que por el momento solo está cumpliendo con las tareas mínimas. Al mismo tiempo señalan que su administración ya ha cometido errores, que el manejo de las primeras crisis no fue el mejor y que los efectos de los daños siguen presentes.

Mejorar el diseño comunicacional

La doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Francis Espinoza, señaló que, con casi seis meses en la gestión, su apuesta es que más bien Sacha Razmilic ofrecería una tecnocracia importante, a diferencia de la politiquería que “nos dio Jonathan Velásquez con el exceso de comunicación y relatos de significante vacíos en las redes”. La académica expuso que Razmilic ha seguido la línea comunicacional de Velásquez, pero con una variable inadecuada, la presencia de sus mandos en vocerías que sólo le corresponden al alcalde y con la idea de una liquidez en el ejercicio del poder y un liderazgo más bien laissez faire.

Respecto a su gestión, Espinoza reflexionó que la comunicación está centrada en la contingencia y el «titular» y que en ese sentido la pregunta es si se ha avanzado en las 15 propuestas que hizo en su programa de campaña: el tema de seguridad corresponde a otras autoridades como la Delegación Presidencial y hay que contrastar los datos duros; se ha recuperado en parte el centro de la ciudad, pero éste sigue siendo peligroso a cierta horas; la salud primaria y el centro de neurodivergencia están al debe, así como la solución definitiva a los microbasurales y sus quemas; en términos de basura, se ha avanzado en la limpieza del centro, pero la ciudad todavía se aprecia sucia y maloliente.

“El alcalde necesita un mejor diseño estratégico con una bajada clara de sus promesas, el estado de avance e indicadores de gestión, y eso comunicarlo a la ciudadanía con una buena estrategia comunicacional. Falta diseño político y planificación de las comunicaciones para que los esfuerzos reales no se vean como iniciativas aisladas”, advirtió la académica.

Malas decisiones muestran fisuras

El consultor y analista político Osvaldo Villalobos sostuvo que Razmilic asumió como alcalde de Antofagasta porque muchos vieron en él algo distinto. “Su estilo directo, su despliegue en terreno y su apuesta por modernizar la gestión municipal generaron una expectativa legítima: la ciudad, por fin, podía dejar atrás años de improvisación, clientelismo y desconexión. En sus primeros meses, ese impulso se notó: ordenamiento del espacio público, limpieza, diálogo con vecinos, coordinación en seguridad y mejoras concretas en trámites municipales. Todo eso ha sido real. Y valioso”, apuntó.

Sin embargo, Villalobos señaló que la política no se mide solo por la cantidad de reuniones o metros cuadrados limpiados. Se mide también por la forma en que se toman las decisiones difíciles y por el estándar ético que se elige seguir cuando nadie está mirando. Y es ahí, agregó, donde la gestión de Razmilic empieza a mostrar fisuras.

“El caso del polémico contrato publicitario financiado con recursos de salud y educación encendió las alarmas. Aunque todo indica que el procedimiento administrativo se cumplió, la pregunta es otra: ¿era correcto? ¿se podía justificar política y éticamente destinar fondos esenciales a comunicación institucional? La respuesta de la ciudadanía fue clara: no. Y el costo, para la imagen de un alcalde que venía a hacer las cosas distintas, fue alto. La salida de algunos funcionarios no alcanzó para apagar la desconfianza”, manifestó el consultor.

A esto suma otro episodio que dejó más dudas que certezas, como fue el trato directo por más de $100 millones para reparar la balsa del balneario. Villalobos dijo que esa decisión era una necesidad, pero fue mal explicada, poco socializada y tuvo escasa transparencia.

“Y no es menor lo que ocurre con ciertos nombramientos. Sin familiares directos involucrados, es cierto, pero sí personas políticamente muy cercanas al entorno del alcalde, que han asumido roles estratégicos en plena tormenta institucional. Esto no es delito, pero sí instala la sospecha de que, pese al cambio de rostro, la lógica de los favores sigue intacta”, cuestionó.

Un hecho político relevante para Villalobos que vuelve este escenario aún más complejo es que por primera vez en décadas, el alcalde de Antofagasta representa abiertamente a un partido político tradicional. Luego de una larga hegemonía de independientes o figuras outsider, Razmilic carga con una doble mochila, como es la oportunidad de demostrar que los partidos pueden gobernar bien y la responsabilidad de no repetir los errores que hicieron que la gente les diera la espalda.

“Por eso, más allá de la gestión operativa, lo que está en juego aquí es algo más profundo: la credibilidad de una promesa de hacer las cosas bien, con rigor, con ética y con sentido público. Si esa promesa se erosiona por decisiones apresuradas, nombramientos discutibles o contratos mal encaminados, el riesgo es que la ciudad vuelva a su escepticismo crónico, ese que mira con distancia a cualquiera que prometa cambios”, indicó.

Antofagasta no está pidiendo milagros, expresó Villalobos, sino que la ciudad pide coherencia. En esa línea, añadió, si Razmilic logra encarnar esa coherencia con firmeza y anticipación, puede marcar una diferencia real. “Si no, será otro nombre más en la larga lista de los que ofrecieron algo nuevo, pero terminaron administrando lo mismo de siempre”, subrayó.

Sacha Razmilic y la promesa de una nueva Antofagasta

El doctor en Ciencias Políticas, Cristian Zamorano, remarcó que no puede analizarse la administración actual sin tener como referencia a la anterior, de Jonathan Velásquez. Que realicen los pasos correctos en el municipio se felicita, en comparación con la administración anterior. Sin embargo, es lo mínimo, porque se espera mucho más, se prometió una nueva Antofagasta, un proyecto de ocho o 12 años. Como un punto positivo está el gran apoyo que está mostrando al deporte y eso hay que destacarlo, pero queda un sabor a poco, porque el nivel era muy bajo y tampoco puede negarse que la gestión tiene puntos negativos, errores no forzados que vienen de una falta de experiencia municipal”, señaló.

En ese contexto recordó lo sucedido con el financiamiento para objetivos comunicacionales, lo cual para Zamorano fue un error del equipo que rodea al alcalde. También sumo episodios como el del director de Control y lo ocurrido en el concejo, lo que muestra una inexperiencia del equipo.

“También se había prometido que el cuoteo político no sucedería como antes y en el caso de la CMDS vemos que se trata de una situación no asumida. Más que transparentarla, deberían asumirla plenamente ‘evopolizando’ la CMDS. Da la impresión de que Evópoli se afirma en respuesta a los ataques del FA y por eso mismo podrían asumir y decir que la elección la ganó el partido y que van a ideologizar ese instrumento municipal”, analizó.

Lo que Zamorano percibe es que la municipalidad sigue en un proceso de ajustes, un rodaje que se está haciendo un poco largo si se consideran que ya han pasado seis meses. Una pregunta que planeta es si la gente quiere un municipio operando de forma paulatina o si quieren intensidad y creo que se inclinarían por la segunda opción.

“Hay personas que no han rendido, se habló mucho de Rafael Castro y de Julio Santander. Castro ya tropezó, Santander tiene muchos proyectos sobre él y tiene que concretarlos. En la administración municipal, Jurídica y la CMDS veo errores que no demuestran un gran manejo técnico. Hay que hacer más de lo que estamos viendo. No es menor lo que pasó con la licitación del barrido de calles y sabemos que siempre hay problema con las licitaciones por los temas de la basura domiciliaria. También está fallando la comunicación del municipio, está bien informar los éxitos por Tik Tok e Instagram, pero dónde está la estrategia con los medios clásicos. ¿Cuál es la estrategia? No vemos un relato ni tampoco que instalen a Razmilic en los medios de comunicación”, emplazó Zamorano.

Otro elemento que analizó el doctor en Ciencias Políticas es que Evópoli no tiene un equipo grande de gente disponible en la región. En ese contexto pensó que recurrirían a la casa central y otras zonas del país, para atraer profesionales altamente calificados y con perfil técnico.

“Pensaba que Evópoli traería gente de Santiago, lo que no es negativo, siempre y cuando sean profesionales altamente capacitados. Están reutilizando nombres conocidos, faltó refrescar. El balance que me dejan estos meses de Razmilic en el municipio es que se puede hacer más. No da para autocomplacencia, la gestión de las primeras crisis no fue buena, los daños todavía están presentes”, indicó.

Sobre los profesionales de Evópoli que esperaba para la municipalidad, Zamorano manifestó que, al tratarse de un año de elección presidencial, aquello tiene un efecto colateral flagrante. Desde su visión, la campaña de Matthei tiene atrapado a todo el sector. Los profesionales de Santiago o de otras regiones esperan los resultados de la presidencial con la perspectiva de ser llamados a la administración del Estado. “Por ello, no se moverán a otros lugares y lo segundo es que quienes están en la municipalidad y son calificados técnicamente, podrían tener la posibilidad de dar un salto a cargos regionales. Estos son efectos colaterales de la campaña de Matthei”, detalló.

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